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Los coches de hidrógeno, una apuesta de futuro

 Hidrógeno

Una diferencia significativa con relación a los coches de gasolina está en la capacidad que tiene la mezcla aire-hidrógeno de inflamarse, incluso si la proporción de hidrógeno es bastante pobre. El motor puede funcionar con una mezcla pobre, lo que sobreentiende una gestión electrónica ultrasofisticada para permitir insuflar hidrógeno a presión variable, y en un tiempo de inyección también variable.

Por esta razón BMW trabaja en el campo del hidrógeno desde hace más de 30 años. Pero no creamos que el fruto de este trabajo sólo sirve para batir récords. Un BMW de serie de hidrógeno es la apuesta de futuro.

Se trata del modelo de la más alta gama de BMW: un 760i bicarburación, que puede circular tanto con gasolina como con hidrógeno.

Este coche presenta una potencia de 170 kW, lo que no es mucho para una cilindrada de 6 litros, pero esta potencia es la misma independientemente del carburante utilizado. El conductor suele circular normalmente con hidrógeno (un botón en el cuadro de mandos permite pasar de un modo al otro), la solución de la bivalencia ha sido incorporada por la ausencia de una red de distribución de hidrógeno.

Pero a más largo término, cuando aparezcan los motores concebidos desde el principio para hidrógeno, y que ya no puedan circular con gasolina, las potencias alcanzadas serán superiores, y con unos rendimientos increíbles.

Diesel o gasolina era el debate del siglo pasado, pero el de este nuevo siglo es pila a combustible o motor a combustión interna. Puesto que el gran interés de la batería a combustión, es el de sólo producir vapor de agua. El motor a combustión del BMW es en efecto tan refinado que quema su propio hidrógeno a temperaturas donde la formación de Nox no se produce.

Esta es la única contaminación posible de un motor térmico funcionando con hidrógeno, pero BMW ha conseguido esquivarla. No cabe duda, el hidrógeno es el carburante del futuro.