Bolsamania

Un radar de un pequeño pueblo italiano caza a más de 56.000 infractores en solo 2 semanas

Son muchos los conductores españoles que se quejan de los radares instalados en carreteras y calles de nuestras ciudades para «cazar» a los que circulan por encima de la velocidad permitida en cada tramo. La principal queja que se alega es que se trata de instrumentos más pensados para recaudar dinero que para garantizar la seguridad vial. Pero si en España existen radares con cámara que son auténticas minas de oro, no son nada comparado con lo que hemos encontrado en Italia.

En la pequeña localidad de Pieve di Teco, situada en la región de Liguria, cerca e la frontera francesa, el ayuntamiento aprobó la instalación de un radar de velocidad y solo dos semanas más tarde ya había registrado nada menos que 58.568 infracciones por exceso de velocidad. Haciendo un cálculo rápido, nos sale a 336,7 multas cada hora. Una verdadera locura, sobre todo si tenemos en cuenta que en el pueblo solo viven 120 residentes.

La prensa italiana se ha hecho eco de esta noticia, que ha indignado a muchos conductores del país. Así que al responsable de la idea, el alcalde de la localidad Alessandro Alessandri, ha tenido que salir a defenderse: Pieve di Teco es un pueblo de paso, atravesado por la SS2B, una carretera muy transitada que conecta el interior de la región con la ciudad de Imperia, en la costa. Mucha gente elige esta ruta para evitar los peajes de la autopista. Por allí circulan vehículos a todas horas a altas velocidades, poniendo en riesgo las vidas de los peatones, casi todos ellos vecinos de avanzada edad que se juegan el tipo cada vez que cruzan la calle.

Al parecer, hasta ahora nadie respetaba el límite de velocidad de 50 km/h, razón por la cual se decidió instalar el radar. Lo de «hacer caja» habría sido, según Alessandri, un «efecto colateral» e insiste en que las cámaras de velocidad se han colocado allí para actuar como un elemento disuasorio. Su única preocupación, dice, es la seguridad de sus vecinos.

Fotps – La Repubblica