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Helikar, el coche volador Made in Spain

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¿Te imaginas un coche volador que pueda comercializarse como cualquier otro vehículo de los que hablamos en kmph.es? Ese es precisamente el objetivo de Carlos Matilla, un estudiante madrileño de ingeniería aeronáutica de 25 años que ha diseñado un prototipo llamado Helikar, demostrando que el espíritu de Juan de la Cierva, Isaac Peral y otros grandes inventores españoles de la historia sigue vivo.

Helikar solo existe sobre el papel. De momento. Pero Matilla, que reconoce haberse inspirado en los coches voladores que aparecen en la película Blade Runner está convencido de que podría convertirse en realidad a medio-largo plazo.

En efecto, se trata de un ingenio que se eleva y toma tierra verticalmente, como los aviones británicos Harrier, y que es capaz de viajar a una velocidad superior a los 400 km/h. Perfecto para irse de vacaciones evitando atascos y retenciones kilométricas y aterrizar de vuelta en el jardín de casa.

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El Helicar ofrece un consumo de 15 litros a los 100 (de queroseno, el mismo combustible que usan los aviones), pesa alrededor de 700 kg y su autonomía es de 1.000 kilómetros. Este espectacular diseño se materializará gracias al proyecto que va a desarrollarse en el aeropuerto de Teruel.

Los obstáculos del Helikar

Por desgracia, este aero-coche no sería precisamente barato. Se estima que, en caso de llegar a comercializar el aparato, saldría a la venta a un precio que rondaría el millón de euros. Eso siempre que se consigan inversores potentes que apuesten por el Helicar.

Pero no será el dinero el único obstáculo con el que se topen Matilla y su invento. Como explicamos ya en un anterior post la peculiaridad de un vehículo que es a la vez un automóvil, un avión e incluso un helicóptero, lo deja en un territorio legal incierto. No hay leyes que regulen cómo, dónde y cuándo deben o pueden circular este tipo de ingenios, ni qué permiso se necesita para conducirlo (o pilotarlo). Todo ello hace pensar que estamos lejos de ver bandadas de Helikar volando sobre nuestras cabezas en un futuro próximo.

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Fotos – El Mundo