Bolsamania

El video del viernes: “Trata de arrancarlo, Carlos”

Siento una especial admiración por Carlos Sainz, para mi uno de los mejores pilotos de rallyes de la historia. Crecí con sus hazañas en el Campeonato del Mundo de Rallyes acompañado por el coruñés Luís Moya, convertidos en una de las parejas más populares de los años 90, y no sólo por los aficionados a los rallyes.

Sainz y Moya pasaron a la historia por sus triunfos, muchos y muy importantes, y también por sus episodios de mala suerte como el ocurrido en el Rally de Gran Bretaña de 1998, cuando se encaminaban a la conquista de su tercer título mundial y una fatal avería les dejó tirados a 500 metros del final del tramo cronometrado. Este episodio y alguno más como el del atropello de una oveja en el Rally de Nueva Zelanda de 1997 o el también famoso “la cagamos Luis, de aquí no salgo” tras una salida de pista en el Rally de Gran Bretaña de 1994,  han creado una leyenda negra sobre la mala suerte que acompañó a ambos, y que ahora todavía persigue a Carlos Sainz. En este Dakar la leyenda negra se sigue alimentando con el abandono del piloto madrileño tras sufrir una serie de incidentes que al final le han obligado a dejar la prueba antes de tiempo.

No se si Carlos Sainz ha tenido excesiva mala suerte o si, simplemente, todos sus problemas se han amplificado en nuestro país al tratarse de un piloto español. No existe ningún piloto que nunca haya padecido problemas mecánicos o sufrido salidas de pista. Puede que Carlos Sainz esté por encima de la media, pero no creo que le acompañe ningún gafe ni que su carrera esté marcada por una leyenda negra.

Carlos Sainz y Luis Moya

El episodio del que trata este artículo, ocurrido el 24 de noviembre de 1998 en el Rally de Gran Bretaña, ha pasado a la historia por haber sucedido a 500 metros de cruzar la meta del último tramo cronometrado, aunque después todavía tendría que haber recorrido los 70 kilómetros del último enlace. La avería en el Toyota Corolla le impidió coronarse como Campeón del Mundo por tercera vez, ya que su máximo rival, el finlandés Tomi Mäkinen se había retirado en la primera etapa después de sufrir una salida de pista que le había arrancado la rueda trasera derecha. El finlandés lideraba el Mundial y con su abandono dejaba el título en bandeja a Carlos, que sólo necesitaba acabar cuarto.

Con toda la prudencia del mundo pilotó su coche durante la última etapa. La cuarta posición que ocupaba no se le podía escapar al sacarle más de tres minutos al quinto. Cuando la meta del último tramo estaba a medio kilómetro el ruido del motor cambió, el coche se paró y comenzó a salir humo de debajo del capó. Despavoridos, Luís Moya y Carlos Sainz saltan del coche extintor en ristre para apagar las llamas, sucediéndose a continuación un momento de gran tensión con el siguiente monólogo de Moya:

–          Trata de arrancarlo

–          Trata de arrancarlo, Carlos

–          Arráncalo, por Dios

–          Arráncalo, Carlos

–          Me cago en su puta madre

–          Será hijo de puta

Los improperios de Moya fueron acompañados de patadas y golpes con el extintor al Toyota Corolla, que por supuesto se lo tenía bien merecido.