Bolsamania

Destrozan el coche amarillo de un vecino porque «estropeaba el paisaje»

Como sucede con la familia, uno no elige a los vecinos: hay que conformarse con los que a uno le tocan y tratar de llevarse lo mejor posible.

Peter Maddox, un dentista británico jubilado de 84 años, no tuvo suerte con sus vecinos. Cuando se fue a vivir a la localidad de Bibury, a unos 45 km al oeste de Oxford, la presencia de su Vauxhall Corsa de color amarillo desató las iras del vecindario. Muchos se sentían ofendidos por la intromisión de aquel coche de color chillón en un paisaje formado por verdes colinas y edificios históricos del siglo XIV. Y no estaban dispuestos a consentirlo.

Primero fueron miradas de desaprobación y advertencias más o menos educadas, pero después los vecinos pasaron al ataque, rayando las puertas del coche de Maddox, pinchándole las ruedas y escribiendo la palabra «move» en el capó. El mensaje de estos amables vecinos estaba claro: no querían ver ese coche amarillo en su pueblo.

Solidaridad amarilla

La semana pasada, un convoy formado por casi un centenar de coches amarillos de diversas marcas y modelos, hizo aparición en la localidad. Su objetivo: mostrar su solidaridad hacia Maddox. No es para menos: los actos de vandalismo que sufrió el Vauxhall Corsa del jubilado inglés superaron los 6.000 euros. Y lo más lamentable es el motivo que está detrás de estas acciones.

La caravana amarilla de Bibury irrumpió en el pueblo, pasó un día entero allí y se marchó sin que nadie se atreviera a decir nada sobre su impacto estético. La unión hace la fuerza. Seguro que a más de un vecino le dio un infarto al ver las calles de su apacible pueblo medieval invadidas por una legión de coches de ese color tan poco discreto.

Fotos – The Telegraph