Impuesto al azúcar, así gravarán los refrescos

Sin llegar al extremo de prohibir el azúcar, como hicieron en el episodio La Agridulce Marge de los Simpson, el Gobierno ha puesto en marcha su cruzada contra la obesidad infantil con un impuesto sobre el azúcar que afectará por ahora a un sector concreto: los refrescos.

El Gobierno ha anunciado la tasa al azúcar junto con otra serie de medidas para incrementar los ingresos del Estado y cuadrar los Presupuestos Generales de 2017 que incluyen una subida a los impuestos especiales sobre el alcohol y la limitación a 1.000 euros en los pagos en efectivo por parte de autónomos y empresas, así como un sistema de IVA inmediato.

Cuánto supone el impuesto al azúcar

El Ejecutivo espera recaudar 200 millones de euros con la medida, pero todavía no ha especificado los importes ni la forma en la que se aplicarán. En este sentido, lo más normal es que aplique una tasa por cada litro de bebida que se produzca en función del contenido de azúcar por cada 100 mililitros, como ya se hace en otros países. La otra alternativa, que es la utilizada en Hungría, supondría la creación de un IVA especial para este tipo de bebidas.

Uno de los problemas que se plantea sobre el nuevo impuesto a las bebidas azucaradas es su compatibilidad con el impuesto sobre los refrescos que también se ha planteado en Cataluña y que pretende gravar con 8 céntimos de euro por litro a las bebidas que contentan entre 5 y 8 gramos de azúcar por cada 100 mililitros y con 12 céntimos a las que superen los 8 gramos por la misma medida.

Impuesto sobre los refrescos

Quien lo paga

El impuesto sobre los refrescos lo pagarán las empresas, que serán quienes tengan que abonar la tasa. Otra cosa es que después la repercutan sobre el precio final y, como siempre, terminen teniendo que abonarla los consumidores.

¿Funcionan los impuestos sobre alimentos?

Por más que pueda parecer una medida novedosa, lo cierto es que subir los impuestos a los alimentos más perjudiciales no es nuevo. Un estudio de la Universidad de Auckland y la Universidad de Otago en Nueva Zelanda en 2013 desveló que el consumo de alimentos con grasas saturadas desciende un 0,2% por cada punto porcentual que aumenta el precio de esos alimentos.

Según este baremo, un aumento del 10% en el precio de los refrescos implicaría un descenso del consumo de entre 1% y el 24%.

La OMS propuso con motivo del Día Mundial de la Obesidad una tasa del 20% sobre las bebidas azucaradas aduciendo a través de distintos estudios que su efecto sería una bajada similar en el consumo de estas sustancias.

Hay que recordar que una sola lata de refresco ya contiene más del 100% de los azúcares libres que una persona necesita en todo un día en términos energéticos y de alimentación.

Impuesto sobre el azucar

Países que ya gravan el azúcar

Hay varios países que ya cuentan con un impuesto al azúcar o tienen previsto implantarlo. En Francia existe desde el año 2012 con resultados positivos. La tasa implica el pago de 0,72 euros por libro para los refrescos y los resultados pueden verse en un informe del Banco de Francia.

Dinamarca también puso en marcha un impuesto a los refrescos, aunque con resultados dispares. De hecho, sólo duró 15 meses. Esta tasa a los refrescos lleva funcionando desde 2013 a razón de 0,22 euros por litro pero en 2011 decidieron ampliarla al resto de alimentos menos sanos, en concreto a los que tenían un 2,3% o más de grasas saturadas. Según los cálculos, apenas un 7% de la población cambió sus hábitos y por el camino se perdieron 1.300 empleos en la industria.

En Hungría van más allá. Desde 2011 todos los alimentos y bebidas asociados con los malos hábitos alimenticios y con la obesidad pagan más impuestos a través de un IVA especial del 27%. Los resultados han sido espectaculares con una disminución del 30% en el consumo de caramelos pre-empaquetados, un 22% en bebidas energéticas y un 19% en refrescos, el área que peor ha respondido a la medida.

La prueba de que los refrescos paguen más impuestos en México ha conseguido controlar su consumo. En concreto, las autoridades establecieron una tasa del 10%, lo que se tradujo en un retroceso del 12% en la venta de bebidas azucaradas y en un aumento del 4% de la compra de agua.

El último en sumarse a la moda es Reino Unido, que pondrá en marcha su programa fiscal antiazúcar en 2018. El ejecutivo británico usará dos bandas, la primera para bebidas con más de 5 gramos de azúcar por cada 10 mililitros y la segunda para las de más de 8 gramos de azúcar, que afectará sobre todo a las bebidas deportivas e isotónicas.

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