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Trueque de coches, otra solución anticrisis

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Los augurios más pesimistas sobre la crisis económica mundial que padecemos (también llamados «madmaxistas») vaticinan que en el mundo del futuro el ser humano abandonará la moneda y volverá al trueque. Bueno, de hecho algunos ya lo hacen. El trueque de coches es una opción a la que cada vez recurre más gente.

Se trata de una práctica muy habitual entre los coleccionistas de coches clásicos, aunque ellos lo hacen por otras motivaciones, algo así como cuando los niños intercambian cromos a la puerta del colegio, salvando las distancias, claro. Sin embargo, ahora se ha extendido al convulso y cambiante mercado de coches usados.

Los especialistas señalan que el único coste que genera un trueque de coches es el correspondiente al cambio de titularidad, no hay que poner más dinero. Eso, en los tiempos que corren, es un aspecto mu a tener en cuenta, aunque este tipo de operaciones entrañan ciertos riesgos. Y es que no todo el mundo es tan honesto, realista y flexible para que estas operaciones se realicen sin problemas.

El problema de la tasación

¿A quién podría interesarle un trueque de coches? Un ejemplo: la parejita que espera un bebé y de repente se encuentra con un coche demasiado pequeño para sus necesidades: sillita de bebé, maxi cosi, carrito, etc. Tal vez podrían cambiar su utilitario de tres puertas por un coche familiar demasiado grande para su actual propietario, que tal vez no necesite un coche tan grande porque vive en un barrio donde aparcar es cada vez más difícil.

Uno de los problemas más habituales a la hora de realizar el trueque, incluso cuando existe buena voluntad entre las dos partes, es el de fijar con exactitud el valor real de los dos vehículos, considerando todos los aspectos fundamentales como marca, modelo, antigüedad o estado de conservación, por ejemplo.

Y es que tiene que haber un lógico equilibrio entre los objetos que se van a intercambiar, de modo que habría que añadir un necesario gasto adicional: los servicios de un tasador.

Fotos – Autocasion