Bolsamania

El vídeo sobre seguridad vial que protagonizó James Dean antes de su accidente mortal

La entrada de hoy complacerá por igual a los amantes del motor y a los aficionados al cine. Bueno, tal vez a estos últimos no tanto. Y es que hoy traemos un curioso vídeo de James Dean, uno de los actores más icónicos de la historia y gran aficionado a los coches fallecido el 30 de septiembre de 1955 en un accidente de tráfico a la edad de 24 años.

El fatídico día de su muerte, el actor conducía su famoso Porsche 550 Spyder en cuya carrocería estaban pintados un número 130 y una inscripción donde se podía leer Little Bastard. Se ha escrito mucho sobre el accidente. El protagonista de películas como «Gigante» o «Rebelde sin causa» venía de ser multado por exceso de velocidad y en el accidente, tras una brutal colisión con un Ford, su acompañante y mecánico de confianza salió volando del vehículo para aterrizar en el asfalto. Aún así, salvó su vida. James Dean en cambio murió en el acto a consecuencia del impacto.

Lo que mucha gente actualmente ignora es que el actor, ídolo de masas y conductor temerario, había protagonizado un vídeo sobre seguridad vial en la televisión estadounidense meses antes del accidente, lo cual no deja de ser un tanto irónico. He aquí el vídeo en inglés:

No deja de ser llamativo cómo la entonces gran estrella del celuloide aconsejaba a los jóvenes que condujeran con calma e incluso llegara a decir a la cámara que «tal vez la vida que salves sea la mía».

La leyenda de Little Bastard

Después de su muerte, el emblemático coche de James Dean siguió dando mucho de qué hablar. Little Bastard adquirió la categoría de coche maldito.

Dice la leyenda popular que, cuando los restos del coche estaban siendo depositados en un taller cercano, las cuerdas de la grúa se rompieron y el coche cayó sobre uno de sus mecánicos, rompiéndole las dos piernas. Little Bastard fue desmontado y vendido por piezas. Hubo tres compradores, todos pilotos aficionados: un tal Troy McHenry se quedó con el motor, otro llamado William Eschrid se hizo con el chasis y finalmente un joven neoyorquino adquirió las ruedas. Los tres sufrieron graves accidentes y al menos uno de ellos, McHenry, perdió la vida al volante.

Pero hay más: los restos desguazados del coche maldito protagonizan todo tipo de historias imposibles de demostrar y difíciles de creer que nos hablan de maldiciones, accidentes inexplicables y jóvenes conductores muertos. El mito sigue vivo.

Fotos – Traveler

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