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Los miembros del Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) consideró que los mercados habían comprendido la función de comunicación y reacción del organismo y estaban "preparados para la posibilidad de un recorte de tipos en la reunión de junio", según reflejan las actas de la reunión de abril.

"Se consideró plausible que el Consejo de Gobierno estuviera en condiciones de comenzar a aliviar las restricciones de la política monetaria en la reunión de junio si la evidencia adicional recibida hasta entonces confirmaba las perspectivas de inflación a medio plazo incluidas en las proyecciones de marzo", señala, además, el documento.

En el encuentro celebrado el pasado 11 de abril, el BCE decidió, y "una gran mayoría de miembros estuvo de acuerdo", mantener los tipos de interés en el 4,5%, aunque ya entonces abrió la puerta a un futuro recorte si los datos elevan su confianza en que la inflación baje al 2% de forma sostenible.

En general, hubo un amplio consenso según el cual los miembros acordaron que era prudente esperar hasta la próxima reunión de política monetaria para ver más pruebas de un regreso oportuno y sostenido de la inflación a su objetivo y ganar suficiente confianza en él.

Los miembros coincidieron en que la información más reciente había confirmado en términos generales las proyecciones del personal técnico de marzo, "aumentando así su confianza en que el proceso desinflacionario continuaba". Al mismo tiempo, antes de la reunión de junio se publicarán nuevos datos importantes, "lo que permitirá al Consejo de Gobierno realizar una evaluación más exhaustiva".

No obstante, creyeron que continuaba siendo clave seguir el triángulo entre salarios, crecimiento de la productividad y ganancias.

"Los miembros evaluaron los datos disponibles desde la última reunión de política monetaria de acuerdo con los tres elementos principales que el Consejo de Gobierno había comunicado en 2023 y que configuraban su función de reacción". Estos comprendieron, en primer lugar, las implicaciones de los datos económicos y financieros entrantes para las perspectivas de inflación; en segundo lugar, la dinámica de la inflación subyacente y, en tercer lugar, la fortaleza de la transmisión de la política monetaria.

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