Las empresas "huyen" de la bolsa: ¿cómo deben actuar los inversores? Schroders da las claves

En la gestora creen que este hecho se debe a dos factores

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Las empresas huyen del mercado de renta variable. Y no sólo abandonan la bolsa, sino que cada vez son menos las que quieren entrar en ella. Pero ¿a qué es debido esta caída en el número de compañías cotizadas? Y lo que es más importante, ¿cómo deben responder los inversores a esta situación?

Según los datos de Schroders, en 1996 había más de 2.700 empresas en el mercado principal de la bolsa de Londres. A finales de 2022 se habían reducido a 1.100, un 60% menos.

Las cifras son aún peores si se tienen en cuenta periodos anteriores. Desde la década de 1960, el número de empresas que cotizan en bolsa ha descendido. En Reino Unido la reducción es de casi un 75%.

"A los países les gusta autoflagelarse por sus fracasos en este frente, pero la realidad es que ha sido una tendencia mundial. Por ejemplo, la tendencia en el mercado europeo empezó más tarde. En Alemania el número de empresas cotizadas en el mercado público se ha reducido más del 40% desde 2007", explica Duncan Lamont, CFA, responsable de análisis estratégico de Schroders.

Incluso Estados Unidos ha experimentado una disminución del 40% desde 1996 en el número de empresas cotizadas. Todo ello, a pesar del auge de las ofertas públicas de venta (OPV) en EEUU en 2021.

"Muy pocas empresas han querido entrar en bolsa, y un flujo constante la ha abandonado, principalmente después de haber sido adquiridas. En EEUU, entre 1980 y 1999 se incorporaron a cotizar en bolsa una media de 300 empresas anualmente. Desde entonces, sólo han entrado 129 al año. En Reino Unido, el número de nuevas salidas a bolsa cayó tras la crisis financiera y no ha vuelto a repuntar de forma significativa desde entonces", señala el experto.

Es más, desde la gestora subrayan que las compañías que han apostado por entrar en bolsa han esperado más tiempo antes de hacerlo. "La edad media de una empresa estadounidense en el momento de su salida a bolsa pasó de ocho años en las dos décadas anteriores a 1999, a 11 años desde entonces", añaden.

Esta situación tiene un efecto neto que se traduce en que el mercado de renta variable ofrece ahora exposición a una proporción cada vez menor del universo empresarial.

"Por ejemplo, menos del 15% de las empresas estadounidenses con ingresos superiores a 100 millones de dólares cotizan en bolsa. Los ahorradores ordinarios se ven privados en gran medida de la oportunidad de invertir directamente en el resto", indica Lamont.

Pero ¿a qué se debe este cambio?

En Schroders creen que la explicación se encuentra en dos factores. En primer lugar, en que el coste y las molestias de ser una empresa cotizada han aumentado.

"Según estudios recientes, la extensión media de los informes anuales de las empresas británicas ha aumentado un 46% en los últimos cinco años. En el caso de las empresas del FTSE 100, ahora tiene 147.000 palabras y 237 páginas", apuntan desde Schroders.

Asimismo, añaden que "esta tendencia ha sido global y también se ha producido en los mercados reguladores más 'ligeros', como el Alternative Investment Market (AIM) londinense. El número medio de palabras en los resultados anuales de una empresa del AIM es, comprensiblemente, mucho menor, 46.000".

La otra razón importante por la que las empresas han dado la espalda a cotizar en bolsa es que hay otra fuente de financiación más accesible: el capital privado.

"El capital riesgo ha pasado de ser un mercado de 500.000-600.000 millones de dólares a principios de la década de 2000 a superar los 7,5 billones de dólares en 2022. Con este crecimiento, el tamaño de los cheques que puede extender el sector se ha disparado. Ahora puede financiar empresas en una fase mucho más avanzada de su desarrollo que antes", matizan en la gestora.

No obstante, matizan que las empresas no sólo acuden al capital riesgo por el dinero. "Los mejores inversores de capital riesgo también tienen profundos conocimientos del sector y adoptan un enfoque mucho más práctico para generar valor. Tanto los inversores como las empresas los buscan".

UN PROBLEMA Y UNA ESPERANZA

El mercado de valores es la forma más barata y accesible que tienen los ahorradores de participar en el crecimiento del sector empresarial. En cambio, el capital riesgo ha sido históricamente el terreno de juego de los grandes inversores institucionales, no de los ahorradores de a pie.

"Pero dado que las empresas optan por permanecer privadas durante más tiempo, los inversores que se centran únicamente en el mercado bursátil se están perdiendo una parte cada vez mayor de la economía mundial", comenta el analista de Schroders.

En este sentido, si las empresas de alta calidad encuentran pocas razones para salir a bolsa, con el tiempo, se podría deteriorar la calidad de los mercados públicos.

Y si esto ocurriera, desde la gestora creen que las rentabilidades de los mercados públicos de renta variable en su conjunto podrían ser estructuralmente inferiores a los de los mercados privados.

"En la medida de lo posible, los inversores tendrán que ampliar su campo de acción y abrazar los activos privados para no perderse nada. Pero, hasta la fecha, esto no ha sido fácil para los ahorradores particulares. Son ellos los que se llevarán la peor parte en esta tendencia", aseveran en la firma.

Sin embargo, hay un halo de esperanza para los inversores privados.

En Reino Unido y Europa, reguladores y proveedores han respondido creando nuevos vehículos de inversión conocidos como ELTIF (Fondo Europeo de Inversión a Largo Plazo) y, para los inversores británicos, LTAF (Fondo de Activos a Largo Plazo). Ambos pretenden dar a los ahorradores particulares acceso a una gama más amplia de inversiones, incluidos los mercados privados.

"Si bien esto debe acogerse con satisfacción, no debemos perder de vista el otro ámbito en el que es necesario centrarse: mejorar el atractivo de la cotización en bolsa en relación con la propiedad privada", concluye Lamont.

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