Los índices 'smart beta' que mezclan gestión pasiva y activa se han popularizado
Warren Buffett dice que para ganar dinero en bolsa sólo hay que tener paciencia y un coeficiente intelectual medio. Sin embargo, el desarrollo de la industria de inversiones permite intentar generar tanta rentabilidad como el ‘Oráculo de Omaha’ únicamente con la paciencia.
Buffett (1930, Omaha -Nebraska-) es el máximo accionista de Berkshire Hathaway y uno de los mayores multimillonarios del mundo con una fortuna estimada en 80.400 millones de dólares -unos 68.700 millones de euros-, según Bloomberg. También es uno de los pocos ejemplos conocidos y contrastables de inversores que vencen a Wall Street durante décadas. Lo ha hecho con un estilo desarrollado a partir de las enseñanzas de Benjamin Graham (1894-1976), del que heredó la predisposición a comprar acciones infravaloradas por el mercado según sus fundamentales, pero añadiendo la capacidad de mantener un crecimiento sostenido del beneficio gracias a sus ventajas competitivas. “Es mejor comprar una compañía maravillosa a un precio justo que una empresa buena a un precio maravilloso”, asegura frecuentemente el máximo exponente del ‘value’.
Aun así, la recomendación de Buffett para los inversores, grandes o pequeños, no es seguir su estela. Sino optar por la gestión pasiva para lograr la misma rentabilidad que Wall Street. Esto es, comprar un ETF barato -suele citar a Vanguard- que siga al S&P 500 y dejar una parte del ahorro -más grande a más edad- en deuda a corto plazo para tener liquidez.
Sin embargo, el ‘boom’ de la gestión pasiva en Estados Unidos que poco a poco llega a Europa ha provocado el desarrollo de índices que están entre medias: son gestión pasiva pero no se conforman con batir al mercado, sino que tratan de batirlo. Aunque, como ocurre con los fondos de gestión activa, pocos lo consiguen.
Desde enero de 2016, el 37,7% de los ETP -productos de capital abierto negociados en bolsa, la mayoría son ETF- lanzados en Estados Unidos están basados en índices ‘smart beta’. Es decir, índices en los que para su constitución hay gestión activa. Por ejemplo, el Ibex 35 se basa en las empresas más grandes, líquidas y negociadas de la bolsa española con unas reglas preestablecidas. Un índice ‘smart beta’ podría ser uno en el que se decida una cesta de compañías en función de su balance o capacidad de generar ingresos.
La popularidad de estos productos no sólo se observa en el número de lanzamientos, sino que en este periodo, desde enero del año pasado, han acumulado un patrimonio de 7.490 millones de dólares, el 42% de los activos que gestionan el total de lanzamientos de ETP en los últimos 20 meses. “Estos nuevos gestores indexados son en realidad gestores activos”, critica John Bogle. No es una cita cualquiera, ya que se trata del impulsor de la inversión pasiva como fundador de Vanguard, recogida en su libro ‘El pequeño libro para invertir con sentido común’. “Recomiendo escepticismo”, añade.
Pero hay casos de éxito que no se pueden obviar. Morningstar lanzó en 2007 un índice que se basa en el estilo inversor de Warren Buffett y otros grandes inversores ‘value’, el Wide Moat -foso profundo, para referirse a las empresas con ventajas competitivas-. Un ejemplo de ‘smart beta’ que acumula una rentabilidad anualizada del 13% entre 2008 y 2016, frente al 7% del S&P 500. Además, lo hace con menor volatilidad, ya que en los años negativos para Wall Street como 2008 limita las pérdidas.
El Wide Moat no es como otros ‘smart beta’ porque estudiamos qué empresas tienen más capacidad de generar flujo de caja por sus ventajas competitivas, y que tienen precios atractivos
“No es como otros ‘smart beta’ porque estudiamos qué empresas tienen más capacidad de generar flujo de caja por sus ventajas competitivas, y que tienen precios atractivos”, resume Alex Morozov, director de investigación de renta variable europea de Morningstar. La idea que subyace de este índice es muy intuitiva y fácil de entender: la firma de análisis elige las 40 compañías estadounidenses cotizadas que combinan mejor sus ventajas competitivas y que están con un precio por acción inferior al que corresponde por sus fundamentales.
¿CÓMO TIENE UNA EMPRESA VENTAJA COMPETITIVA?
El experto señala cinco fuentes de ventajas económicas: activos intangibles, como potencial de marca o patentes, por ejemplo Tiffany; costes por cambiar de empresa a la que se compra o demanda un servicio, como Amadeus; cuando crece el valor según más gente lo usa, como Visa o Facebook; ventajas de costes, como Inditex; o eficiencia por economías de escala, que alejan a que haya nuevos competidores. En el caso de la tecnología, “hay que distinguir entre las empresas que son una disrupción tecnológicas en sí mismas, como Amazon, y las que se aprovechan de la disrupción”, puntualiza Morozov.
Aunque el objetivo del índice es sencillo de entender, su ejecución es mucho más compleja. Morningstar analiza el 97% del mercado norteamericano de renta variable. A partir de ahí se analizan las ventajas competitivas y la diferencia entre el precio de la acción y el objetivo. Así, se seleccionan 40 empresas cada trimestre con las que se reestructura el índice -la mayoría ya están en él-, que en septiembre contaba con 48 compañías con nombres como Visa, Salesforce, Allergan, Pfizer, Monsanto, Lowe’s, Wells Fargo, Starbucks, Walt Disney, Berkshire Hathaway, Microsoft o Berkshire Hathaway. Los pesos van desde el 1,23% de cuatro valores, entre ellos BlackRock o BNY Mellon, hasta el 2,89% de la biotecnológica Biogen.
Según los estudios de Morningstar, el 15% de las empresas cotizadas tienen una ventaja competitiva amplia, el 45% una estrecha, y el 40% restante no tiene. La diferencia es dramática: estos expertos estiman que la capacidad de generar rentabilidades mayores al coste del capital desaparece en una década, las que tienen una ventaja leve la mantiene durante los siguientes 10 años y las compañías con una ventaja profunda (‘wide moat’) la extienden durante otra década más. “Lo importante es invertir en empresas que mantengan retornos de forma sostenible. La duración es más importante que la magnitud”, arguye el experto de Morningstar.
Lo importante es invertir en empresas que mantengan retornos de forma sostenible. La duración es más importante que la magnitud
El auge de la gestión pasiva se produjo hace ya varios años en Estados Unidos y cada vez es más evidente en Europa, donde Morningstar prevé que los ETF alcanzan el billón de euros en 2020. No así en España, donde hay pocos casos de fondos indexados baratos -aunque hay varios con altas comisiones y también falsos fondos activos- y el crecimiento de los ETF es muy limitado. Especialmente, por tener un trato fiscal como las acciones, mientras que los fondos permiten el traspaso y así escapar a Hacienda cuando el cliente cambia de un producto a otro, sin aflorar plusvalías. Aunque la Dirección General de Tributos expresó que existe esta opción para los ETF, no hay ningún bróker que lo ofrezca.
Ante la creciente oferta, las casas de gestión pasiva compiten por precio, rebajando cada vez más las comisiones, como por diferenciación. Es decir, buscar nuevos índices a los que replicar. En el caso del Wide Moat de Morningstar, la licencia la tiene la firma estadounidense Van Eck con el VanEck Vectors Morningstar Wide Moat ETF, que tiene bajo gestión más de 1.000 millones de dólares en Estados Unidos. Aunque en Europa, donde tiene formato UCIT desde 2015, se queda en 20 millones. Eso sí, más del doble que hace un año. Es decir, la tendencia de la industria europea es la misma que la estadounidense, pero con años de retraso.