Un pacto con Ana Botín libra al Santander de indemnizar a Orcel por la ruptura

Exceso de confianza del Santander al creer que iba a doblar la mano a UBS

  • La salida probable es que el banquero se jubile para poder cobrar los 55 millones de UBS
Eduardo Segovia
Bolsamania | 16 ene, 2019 06:00 - Actualizado: 10:39
botin orcel alvarez santander portada
Banco Santander

La ruptura del contrato de Andrea Orcel como consejero delegado del Banco Santander no tendrá coste para el banco. Según fuentes conocedoras de la situación, el banquero italiano tenía un pacto con Ana Botín por el que, en caso de que al final no se incorporase, la entidad española no tendría que abonarle ninguna compensación. Ahora, el escenario más probable es que Orcel se jubile, lo que obligaría a UBS a pagarle en torno a 55 millones, y se abren grandes incertidumbres sobre el futuro del banco.

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Las fuentes citadas explican que este pacto se deriva de la relación de amistad de Orcel y Ana Botín, dado que era el banquero de cabecera de su padre, Emilio Botín, y el diseñador de las grandes operaciones corporativas del Santander durante su presidencia. Sobre la base de esa confianza, Orcel se comprometió con la actual presidenta a que, si finalmente la operación no llegaba a buen puerto, no le costaría un euro al banco.

"El Santander conocía desde el principio el importe de los bonus diferidos, de 55 millones, pero confiaba en poder negociarlo con UBS", según una de estas fuentes. "Su problema ha sido que está acostumbrado a ser el fuerte en las negociaciones, y en este caso el otro era igual o más grande. Así que no lo ha conseguido", añaden. Otra fuente explica que el Santander presionó a UBS con romper su negocio histórico en común, pero la entidad suiza no cedió a la presión.

El desacuerdo por el bonus era el mayor riesgo para la incorporación de Orcel al Santander. Pero también existían otros a los que se aplicaría el pacto, como que la 'due diligence' que lógicamente iba a realizar el banquero al Santander en estos meses hasta su incorporación no le convenciera, o bien que el consejo del banco tampoco aprobase sus propuestas estratégicas.

Ahora, la única opción que tiene Orcel para cobrar los 55 millones es jubilarse anticipadamente. Otra de las fuentes explica que, si lo hace, UBS está obligado a abonarle íntegramente esos bonus de los últimos siete años. Precisamente por eso, ahora es posible que la entidad suiza se avenga a negociar y permita que el italiano se incorpore a otra entidad, que ya no será el Santander. El último capítulo puede no estar escrito.

FICHADO PARA UNA OPERACIÓN CORPORATIVA

Orcel diseñó la compra por el Santander del británico Abbey National (germen del actual Santander UK y en la que Orcel y Emilio Botín se hicieron íntimos), y las operaciones posteriores de Alliance and Leister, ABN Amro -incluyendo la inmediata venta de Antonveneta, la jugada maestra de Emilio-, Banco Real y Sovereing Bank. Su último servicio a la entidad española fue la adquisición del Popular.

Aparte de no tener que pagarle indemnización, el fracaso del fichaje de Orcel abre ahora grandes incertidumbres sobre el futuro del Santander. La incorporación del banquero de inversión había sido interpretada por el mercado como una señal inequívoca de que iba a acometer una gran adquisición para superar la debilidad actual del banco. Algo que ahora queda en entredicho.

¿CUÁL VA A SER AHORA EL RUMBO DEL SANTANDER?

Esta debilidad, compartida por muchas entidades, se deriva de la situación actual de los tipos, que mantienen los márgenes en mínimos, del estancamiento del crédito y de la crisis de las divisas emergentes, que golpean al Santander sobre todo por Brasil. Las expectativas de desaceleración económica en el mundo y, especialmente, en España, agravan la situación.

Para superarla y para esquivar la intensa presión del BCE, Botín tiene tres opciones. La primera es vender Brasil, algo a lo que no está dispuesta porque supondría renunciar a la gallina de los huevos de oro que salvó al banco cuando el sector se hundió en España. La segunda es una nueva ampliación de capital, la segunda en poco más de un año. Eso le costaría el puesto. La única vía de escape a esta disyuntiva diabólica es acometer una operación corporativa que permita justificar la ampliación para "crecer", como ocurrió en el caso del Popular.

Esto es lo que se suponía que iba a ser la primera misión de Orcel como consejero delegado y ahora queda en el aire. Las opciones que parecían cerradas pueden volver a abrirse y, por supuesto, el Santander también puede acometer una adquisición sin Orcel. Pero se abre una gran incertidumbre que ya pesó anoche en la cotización del banco en Wall Street.

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