El sector manufacturero español mejora en mayo, pero sigue en territorio de contracción

Continúan los fuertes recortes de empleo a medida que la confianza sigue negativa, según el PMI

Irene Hernández
Bolsamania | 01 jun, 2020 09:36
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Aunque los ritmos de declive de la producción, los nuevos pedidos, las exportaciones y las compras se atenuaron de los récords negativos registrados en abril, el sector manufacturero español permaneció en una profunda desaceleración en mayo, según el índice PMI publicado este lunes, que señala que las persistentes restricciones en la actividad económica relacionadas con la pandemia mundial continuaron afectando el comportamiento de este sector.

Así, en el quinto mes del año, el índice PMI, elaborado por la consultora Markit, se situó en 38,3. Una lectura superior a la de 30,8 indicada en abril, pero que de todas formas continuó señalando un deterioro considerable de la salud de la economía manufacturera. De hecho, los datos de mayo marcaron el tercer mes consecutivo que el índice PMI se ha situado por debajo del nivel de ausencia de cambios de 50.

La pandemia de la covid-19 volvió a ser un tema dominante en los comentarios proporcionados por las empresas encuestadas sobre los factores responsables de las tendencias de variables como la producción y los pedidos. Aunque las medidas de confinamiento se han relajado desde abril, continuaron imponiendo límites considerables en la capacidad productiva y en la demanda. En consecuencia, el estudio de mayo señaló que la producción y los nuevos pedidos se redujeron con respecto de abril, aunque a unos ritmos notablemente más lentos que los récords registrados en la encuesta de abril. La demanda externa también continuó deteriorándose, aunque nuevamente no en el mismo grado que en el período de la encuesta anterior.

Los datos de mayo señalaron otra fuerte destrucción del empleo. Los niveles de personal se han reducido por decimotercer mes consecutivo y, aunque no fue tan grave como en abril, la última contracción fue nuevamente considerable. Se informó que, en muchos casos, la reducción de las cargas de trabajo en general (las empresas señalaron otra disminución importante de los pedidos por completar) condujo a despidos temporales o a no renovar los contratos, a pesar de los indicios de que las plantas estaban operando muy por debajo de su capacidad.

El pesimismo sobre el futuro también continuó siendo evidente a pesar de haberse atenuado notablemente desde el récord de la encuesta de abril. Las empresas siguen preocupadas por el impacto a largo plazo de la pandemia de la covid-19 en los ingresos, los beneficios y la demanda. Las restricciones de la oferta volvieron a ser evidentes en mayo, cuando los vendedores, ante la escasez de personal y los desafíos relacionados con la distribución y el transporte, tuvieron dificultades para cumplir con los pedidos. Los plazos de entrega de los insumos se deterioraron en mayo a la segunda tasa más alta en la historia del estudio.

A pesar de los desafíos para abastecerse de insumos, la falta de demanda en general de nuevos productos (la actividad de compra volvió a caer bruscamente según la encuesta de mayo) y la utilización de los stocks existentes por parte de las empresas conllevó a que los precios de los insumos cayeran a la tasa más fuerte de casi once años en mayo. Las empresas encuestadas también comentaron que los precios de los artículos relacionados con el petróleo eran notablemente más bajos. Ante la presión de los clientes para que se les ofrecieran descuentos de precio para garantizar los pedidos, muchas empresas optaron por reducir sus tarifas en mayo, y la tasa de deflación fue la segunda más marcada desde mediados de 2009.

Desde Markit destacan que "aunque se informó que las fábricas volvieron a estar operativas en respuesta a la leve relajación de las medidas de confinamiento, la baja demanda, las restricciones en la actividad económica y las dificultades para obtener insumos inevitablemente tuvieron un impacto en la producción".

De hecho, añaden, "las empresas encuestadas comentaron que las plantas están operando muy por debajo de su capacidad, que son cómodamente capaces de hacer frente a las cargas de trabajo actuales y que, en muchos casos, están optando por reducir el número de empleados. Dichas decisiones fueron impulsadas en parte por el continuo pesimismo sobre el futuro, ya que el sentimiento permaneció sumido en territorio negativo a medida que persiste la preocupación sobre el impacto a largo plazo de la pandemia en los ingresos y el consumo".

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