La inflación no ha tocado techo: la crisis de Ucrania pone en jaque a los bancos centrales

"Pueden tener dificultades para cambiar radicalmente de discurso si el crecimiento se debilita"

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Bolsamania | 26 feb, 2022

La evolución de la guerra en Ucrania determinará el grado de impacto en el ciclo económico global y en los niveles de inflación. Una situación que complica el panorama de los bancos centrales, especialmente del Banco Central Europeo (BCE) en lo que respecta al ritmo de normalización de sus políticas monetarias. Por ahora, el BCE ya se ha pronunciado asegurando que avaluará la situación en su reunión de marzo.

"El BCE sigue de cerca la evolución de la situación. Llevará a cabo una evaluación integral de las perspectivas económicas, que incluirá estos últimos desarrollos y que formará la base de su reunión de política el 10 de marzo. El BCE está dispuesto a tomar las medidas necesarias para cumplir con sus responsabilidades de garantizar la estabilidad de precios y la estabilidad financiera en la zona euro", ha señalado la presidenta de la entidad, Christine Lagarde, en un comunicado.

Los bancos centrales se enfrentarán a un dilema y se verán obligados a elegir entre dos opciones. Según la gestora La Française AM, la primera opción sería respetar sus mandatos, "manteniendo así su credibilidad y continuando el endurecimiento de la política monetaria para luchar contra la creciente inflación. Con la demanda de los consumidores potencialmente bajo presión, esta es una opción difícil de tomar y podría tener efectos negativos sobre el crecimiento". La segunda opción sería retrasar las subidas de tipos hasta que la situación se calme, "lo que implicaría correr el riesgo de que la inflación se consolide", dicen.

De momento, no esperan que el riesgo geopolítico impida que la Reserva Federal de EEUU (Fed) suba los tipos de forma constante en 25 puntos básicos en cada una de sus próximas reuniones. Además, creen que la incertidumbre geopolítica reduce las probabilidades de una subida de 50 puntos básicos en marzo. En cuanto al BCE, opinan que podría estar ante una situación diferente, ya que "la crisis podría tener un efecto negativo más fuerte en el crecimiento europeo que en el estadounidense y la inflación no es tan elevada como en EEUU".

"Tanto la Fed como el BCE van muy por detrás de la curva, tienen que normalizar sus políticas monetarias, que han sido y siguen siendo ultralaxas, y las subidas de tipos seguirán produciéndose, pero quizá con una actitud menos agresiva". Es lo que creen en Welzia Management, que consideran que un incremento sostenido del precio del petróleo por encima de los 100 dólares por barril podría hacer que la inflación se mantuviera todavía alta, en un momento en el que se esperaba que fuera reduciéndose paulatinamente. No obstante, no vaticinan que esta situación pueda traducirse en que los bancos centrales vayan a ser más agresivos.

La guerra "es un gran inconveniente para cualquiera que pensara que la inflación había tocado techo. El aumento de los precios del petróleo y el gas no muestra signos de desaceleración", declaran en Markets. Y es que el conflicto entre Rusia y Ucrania "ha aumentado los riesgos de estanflación", afirman en Generali Investments Partners. "El escenario de riesgo se ha materializado: la invasión rusa de Ucrania parece destinada a afectar las perspectivas a corto plazo de crecimiento e inflación en el mundo avanzado y más allá. Por un lado, el aumento adicional de los precios de la energía y los alimentos aumentaría el riesgo de que la inflación elevada se afiance aún más. Por otro lado, el lastre sobre el gasto real del consumidor y el grado inusual de incertidumbre invitan a la cautela", comentan desde Berenberg.

"Es probable que este conflicto específico también impulse los precios de la energía de forma significativa, lo que provocaría efectos inflacionistas inmediatos y un gran lastre para el crecimiento mundial", apuntan en la gestora de fondos Federated Hermes. Explican que la consecuencia más inmediata de la escalada para el mercado ha sido un aumento de los precios del petróleo. "De ahí que sea fácil prever un aumento de la inflación energética y, en menor medida, alimentaria a nivel mundial a corto plazo. Este tipo de inflación impulsada por los choques de la oferta externa tiende a ser contraproducente, dado que suele ser una mala noticia para el crecimiento económico", añaden.

Desde el punto de vista de la política monetaria, "este conflicto implica un mayor deterioro de los ya complicados equilibrios entre crecimiento e inflación a los que se han enfrentado los bancos centrales, lo que hace que las próximas decisiones sean especialmente difíciles", con lo que creen que en el entorno actual de inflación ya elevada y de preocupación por los efectos secundarios, "es probable que los bancos centrales sigan retirando estímulos monetarios".

Además, el impacto de la crisis en la política monetaria variará según los distintos bancos centrales. "Mientras que la Fed parece estar más aislada, el BCE y el Banco de Inglaterra se enfrentan a una situación más difícil, dado que Europa es un importador neto de productos energéticos y depende de Rusia para el gas y, en menor medida, el petróleo. En general, es justo decir que la crisis aumenta el margen de error de las políticas de los bancos centrales", concluye Federated Hermes.

"Aunque la guerra significa una inflación más alta, su impacto negativo en el crecimiento y las condiciones financieras puede llevar al BCE a reconsiderar su plan actual de subir los tipos de interés más adelante este año y poner fin a las compras de activos a un ritmo acelerado, en lugar de adoptar un enfoque más flexible y dependiente de los datos basado en la evolución de la crisis" expone Oxford Economics, que plantea un pequeño retraso en el proceso de normalización de la política, con el primer aumento de los tipos de interés pospuesto hasta el primer trimestre de 2023.

Estiman que la invasión de Ucrania por parte de Rusia hará que el impacto económico del conflicto en Europa sea "mayor de lo que suponíamos anteriormente. Esto significa un período de inflación aún más alta por más tiempo en la zona euro, con mayores riesgos de que se consolide y un mayor impacto en los ingresos reales de los hogares y las líneas de suministro de las industrias".

¿Qué pasará entonces? "Una inflación más alta a corto plazo y una perspectiva más pesimista para la demanda más adelante son, para nosotros, resultados claros de la debacle de Ucrania", sostiene Rabobank, que subraya que la creencia de que el riesgo geopolítico provocará un cambio de rumbo por parte de los formuladores de políticas "equivale a leer un manual histórico que no se sostiene en el contexto actual". Consideran que los bancos centrales están "mucho más dispuestos a tolerar una corrección por parte de los activos de riesgo de lo que ha sido hasta ahora, ya que se sienten obligados a cambiar la curva de demanda hasta que las expectativas de inflación a corto plazo retrocedan de sus elevados máximos, reduciendo el riesgo de que se desangren a largo plazo".

Varias son las preguntas que todavía necesitan respuesta para determinar las posibles consecuencias financieras y para los mercados de este conflicto. Las respuestas a estas cuestiones se conocerán durante los próximos días, "pero lo que ya está claro es que la estanflación tiene cada vez más probabilidades de permanecer que de desvanecerse durante los próximos meses", indica Fidelity.

Recuerdan que el discurso de los bancos centrales ha sido "deliberadamente restrictivo desde el pasado año para conseguir que los mercados endurezcan las condiciones financieras reales sin tener que subir los tipos bruscamente. Por ejemplo, hemos mantenido sistemáticamente que la Fed tendría que endurecer su política más despacio de lo anunciado debido a los elevados niveles de deuda acumulados para afrontar las consecuencias de la pandemia. La crisis de Ucrania lo hace aún más probable debido a que, aunque ha tirado aún más alza de los precios de la energía, también plantea riesgos para el crecimiento, especialmente en Europa".

Piensan que los bancos centrales "podrían tener dificultades para cambiar radicalmente de discurso si el crecimiento comienza a debilitarse" y esperan "que sigan intentando endurecer la política, pero lentamente, con la esperanza de evitar una recesión".

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