MADRID, 18 (EUROPA PRESS)

La Comunidad Judía española celebrará este miércoles 20 de marzo la festividad de Purim, el carnaval judío, en el que recuerdan la salvación del pueblo hebreo ante su inminente aniquilación en Persia.

El relato de los acontecimientos se encuentra en el Libro de Ester, incluido en el canon bíblico, llamado en hebreo Meguilat Ester. En todas las comunidades se relata la historia de Purim mediante lectura pública del Libro de Ester y se organizan fiestas de disfraces.

En el año 450 AEC, el rey persa Asuero, influido por las calumnias de su ministro Amán, decretó el fin de la presencia judía en su tierra para la fecha del 14 de Adar, según el calendario judío. Su esposa, la reina Ester, de confesión judía, consiguió convencer a Asuero y el decreto fue revocado.

El origen de la palabra Purim, plural hebreo de la voz persa Pur que significa suerte, hace referencia en primer lugar a que la fecha elegida para la destrucción del pueblo judío fuese echada a suertes y en segundo lugar, a que cambió la suerte de los judíos.

A partir de la Edad Media, en las comunidades judías se acostumbraba a representar la historia de Purim en lo que se conoce como Purim Shpil. De esta tradición ha derivado la celebración de Purim como un carnaval.

En Purim el pueblo judío pasó de ser víctima a victorioso. En recuerdo a esa reversión, los judíos se disfrazan y cambian su apariencia adquiriendo otras identidades. Una lectura más profunda asegura que el disfraz, el cambio de apariencia, "baja las defensas y abre a la realidad más profunda de uno mismo y del mundo".

Entre las costumbres de Purim se cuenta también el Mishloaj Manot (envío de manjares) a los amigos y familiares entre los que no faltan los Oznei Aman, (galletas dulces de forma triangular típicas de esta fiesta) así como la Matanot y Evonim (caridad y limosna a los pobres).

Los judíos de la Diáspora, es decir, los que se encuentran fuera de Israel, se reúnen en la sinagoga donde se lleva a cabo tres veces seguidas la lectura del Libro de Ester. Durante la lectura, amena y didáctica, al nombrar al "malvado Amán", se hace sonar una especie de carraca para "apagar el sonido de dicho nombre".

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