ROMA, 19 (EUROPA PRESS)

El Papa ha encabezado el Viacrucis en Roma desde un palco habilitado en el Monte Palatino, justo delante del Coliseo Romano y ha denunciado los "corazones blindados por los cálculos políticos" que cierran las puertas a los migrantes.

En su oración, Francisco ha comparado la cruz del Señor con las injusticias que asolan el mundo que ha enumerado. Así ha implorado que los cristianos en la cruz a las personas que tienen hambre "de pan y de amor" así como a las que están "solas y abandonadas hasta por su familia". También se ha referido a las personas que "no tienen el apoyo de la fe" y ha mencionado a las familias "rotas por la traición y la seducción del maligno y del egoísmo". En otra parte de su discurso ha hecho hincapié en los migrantes que encuentran "las puertas cerradas a causa del miedo y de los corazones blindados de los cálculos políticos".

En su discurso ante unas 20.000 personas en el Coliseo, el pontífice se ha referido a los consagrados que, "por el camino, olvidan su primer amor", pero también a los consagrados que buscan "de manera incansable" la luz de Dios en el mundo, pero se sienten "rechazados, ridiculizados e humillados". El Papa ha aprovechado para referirse también a la Iglesia que se siente "continuamente atacada" desde interior y desde el exterior o para criticar que el planeta se esté marchitando gravemente bajo los "ojos egoístas y ciegos de avidez del poder".

Francisco ha llegado a las inmediaciones en su vehículo donde ha sido recibido por decenas de personas allí congregadas que portaban una vela. La ciudad de Roma ha sido blindada para la realización del Viacrucis con vigilancia continua por parte de la policía local y el ejército.

Ante de llegar al Coliseo, el Papa se ha postrado sobre el pavimento de la Basílica de San Pedro durante varios minutos al comienzo de los oficios de la tarde del Viernes Santo, que se caracteriza porque el pontífice no predica, sino que se limita a escuchar la homilía del predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa. Para los católicos el Viernes Santo es el segundo día del Triduo Pascual, dedicado a la meditación sobre la Pasión de Cristo. Las campanas no suenan en señal de luto y no se celebra la eucaristía. Se recuerda la crucifixión y muerte de Jesús con la Liturgia de la Palabra, la adoración de la Cruz y el rito de la Comunión.

Francisco ha presidido en el Coliseo, el Vía Crucis, evocando en las 14 estaciones, las últimas horas de la vida terrenal de Jesús. Estaciones que este año han puesto en evidencia el drama de las guerras o de los migrantes. La Cruz de Cristo ha sido trasportada durante las diferentes estaciones por monjas que se dedican al rescate de mujeres forzadas a prostituirse o por la Unión Nacional Italiana de Transporte de Enfermos a Lourdes y a otros santuarios.

La principal novedad de este año es que las meditaciones, leídas en cada estación, han sido preparadas a Sor Eugenia Bonetti, misionera de la Consolata y presidente de la Asociación "Slaves no more" que desde hace varios años se dedica a asistir a mujeres migrantes que han caído en las redes de tráfico de personas. Mientras llevaban la cruz se han leído las meditaciones en las que la monja italiana ha denunciado que mientras los gobiernos discuten, encerrados en los palacios del poder, "el Sahara se llena de esqueletos de personas" o que el mar Mediterráneo se haya convertido en un "cementerio".

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