• El funcionamiento de la economía escocesa tras la independencia sentará un precedente
  • Cataluña, Flandes y Quebec podrían desanimarse si la experiencia es negativa
escocia salmond

El referéndum escocés, que se celebrará el próximo 18 de septiembre, no sólo decidirá el futuro de Escocia, sino que su resultado podría determinar la situación de otros movimientos separatistas en todo el mundo.

Desde un punto de vista económico, podría ser más fácil para otros movimientos separatistas convertirse en países independientes de lo que lo está siendo para Escocia, señalan desde Capital Economics. Así, indican que “son muy pocas las regiones que tienen que enfrentarse a las mismas dificultades sobre la elección de una moneda o quién actuará como prestamista en última instancia para sus bancos”.

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“Sea cual sea el resultado, el hecho de que el referéndum de Escocia se está produciendo después de todo podría avivar a muchos de estos movimientos separatistas”, especialmente en Cataluña, Flandes y Quebec, “seguidos por Véneto en Italia e incluso Baviera en Alemania”. “¿Se enfrentarán estas regiones a los mismos retos que una Escocia independiente?”, se pregunta la consultora.

El problema económico más espinoso al que se enfrenta Escocia es la moneda”, señalan. Los nacionalistas quieren seguir usando la libra, pero el Parlamento británico ya lo ha descartado, por lo que Escocia tendrá que elegir entre una nueva moneda o el euro. Para poder escoger la segunda opción, necesitaría entrar inmediatamente en la Unión Europea y en la zona euro. “Dudamos de que Escocia quiera seguir los pasos de Montenegro y adoptar unilateralmente la moneda de otro país como una solución permanente”, señala el informe, que considera que “sólo Quebec debería enfrentarse a un dilema monetario similar”.

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La independencia también afectaría a la banca. “El sistema bancario escocés es el doble que Irlanda o Islandia antes de la crisis financiera”, señalan desde Capital Economics. El coste potencial de actuar como prestamista en última instancia de todas estas entidades es una de las razones clave por la que los políticos británicos se oponen a que Escocia siga utilizando la libra. También en este punto, Quebec vuelve a ser la excepción.

En teoría, el hecho de que la independencia “no debería presentar tantas dificultades para Flandes o Cataluña como lo ha hecho para Escocia” podría animar a estas regiones a “perseguir la independencia”. “Pero en la práctica, el impacto de un ‘sí’ en Escocia puede depender más de cómo de bien le vaya a Escocia por su cuenta”, indica la consultora. “Si la independencia viene seguida de una fuga de capitales a gran escala, relocalización de negocios en Inglaterra y una sustancial ‘fuga de cerebros’, su experiencia podría minar el apoyo de los movimientos independentistas en todas partes”.

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