Qué bochorno: insultos y escupitajos en el Congreso. Empezamos a parecernos al parlamento de Taiwan y a sus míticas peleas. Y Pedro Sánchez ha hecho una defensa muy tibia de Borrell, porque depende de Esquerra para seguir en el Gobierno y no conviene enfadarlos aunque monten estos numeritos.
Detrás de todo esto hay mucho en juego. Para empezar, los presupuestos. Esta semana, nada menos que la Comisión Europea, el FMI y la OCDE, los tres, han dicho que no se creen las previsiones de Sánchez y Nadia Calviño. Dicen que la economía va a ir peor de lo que estiman y que la subida de impuestos no va a recaudar tanto como se creen, ni mucho menos. En cualquier caso, el PSOE tiene muy difícil sacarlos en el Congreso porque ha perdido el apoyo de Pablo Iglesias.
Entonces, ¿qué va a pasar? Hay ministros, como Ábalos, que admiten que los comicios podrían ser en mayo. Pero todo apunta a que Sánchez va a prorrogar los presupuestos de Rajoy, esos que no le gustaban nada, y va a tratar de aguantar como sea hasta 2020. ¿Es posible? Pues depende de si le apoyan Rufián y sus secuaces, que prefieren a Sánchez en Moncloa antes que a Casado o Rivera. Y si escupen a los ministros, pelillos a la mar. Total, solo es saliva.
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