• Ciudadanos, por su parte, está apropiándose del centro político
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La encuesta del CIS, ciertamente realizada sobre un trabajo de campo anterior a la aparatosa detención de Rodrigo Rato, parece confirmar el comienzo de la recuperación de una cierta hegemonía, todavía leve, de los grandes partidos que han escenificado el bipartidismo desde principios de los años ochenta.

Según el instituto oficial de estadística, el PP mantendría el primer lugar con un 25,6% en términos de intención de voto, el PSOE habría pasado al segundo lugar con un 24,3%, Podemos se ha desplomado hasta el 16,5% y Ciudadanos ocupa el cuarto lugar con un nada espectacular 13,8%.

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El panorama sigue siendo muy volátil como es natural, aunque las posiciones van estabilizándose a medida que se plasman en resultados concretos

El panorama sigue siendo muy volátil como es natural, aunque las posiciones van estabilizándose a medida que se plasman en resultados concretos (ya se han celebrado las elecciones andaluzas, que han reducido las ínfulas de Podemos y Ciudadanos, y las elecciones municipales y autonómicas del día 24 fijarán la correlación de fuerzas con cierta permanencia). Y es difícil no plegase a la evidencia de que el binomio medular de la política española sigue siendo el formado por el PP y el PSOE, que marcan la pauta y sirven de referencia.

El partido de Pablo Iglesias innovará el espacio de la izquierda neocolectivista pero no el arco parlamentario.

¿QUÉ PASA CON EL BINOMIO?

Podemos, que ha moderado sus propensiones utópicas y revolucionarias y ha aplazado a lo que parece sus propuestas de cambio de régimen –ha entrado en definitiva en ”el sistema”-, está ocupando ya el lugar de Izquierda Unida, a la que sustituye gracias a un mensaje rejuvenecido y menos acartonado. El partido de Pablo Iglesias innovará el espacio de la izquierda neocolectivista pero no el arco parlamentario.

Ciudadanos, por su parte, está apropiándose del centro político, como corresponde a las bisagras dispuestas a cultivar una ambigüedad que les permita pactar por babor o por estribor. Lo que ocurre es que esta posición es muy poco sólida, y está sujeta a la coyuntura, que le depara grandes vaivenes como se ha visto en casos semejantes: el partido liberal alemán –FDP- y el partido liberal democrático del Reino Unido desempeñan un papel oscilante, a veces decisivo, a veces irrelevante según sea el equilibrio general.

Por lo demás, las cifras niegan toda posibilidad de que el binomio Ciudadanos-Podemos sea la alternativa del que ha regido hasta ahora. Las formaciones nuevas son subsidiarias y complementarias de las antiguas, que mantienen su protagonismo esencial basado en la arquitectura bilateral de la dialéctica política clásica. Y si a ello se añade el efecto compresor causado por la ley d’Hondt sobre las minorías, que PP y PSOE defenderán por razones de supervivencia, no es difícil pronosticar que estamos en presencia de un bajón del bipartidismo pero no en puertas de su desaparición. El modelo que nos ha traído hasta aquí, convenientemente saneado, puede en definitiva seguir llevándonos a hombros hacia el futuro.

Antonio Papell

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