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Las inversiones sostenibles tuvieron un gran protagonismo en 2022. Sin embargo, la guerra de Ucrania, la alta inflación y el incierto futuro económico han provocado cierto sentimiento pesimista entre los inversores. Este escenario ha generado varios debates en torno a los activos ESG que han desembocado en un nuevo enfoque sobre esta temática que va mucho más allá de los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza tradicionales.

"En 2023, esperamos que el término genérico ESG se modifique por completo, adquiriendo un significado totalmente nuevo", adelanta Deepshikha Singh, directora adjunta de análisis sobre inversión sostenible y responsable de Stewardship de La Française.

El aumento de los precios de la energía y de los alimentos sigue planteando una dicotomía entre seguridad y sostenibilidad, principalmente en EEUU, donde la inversión en ESG ha adoptado una postura "conservadora".

Con todo, Singh cree que esto no tiene por qué considerarse como un viento en contra, sino más bien al contrario: "Es el catalizador que necesitamos para el cambio".

E - DE EVOLUCIÓN, COMPROMISO Y MEDIO AMBIENTE

"El ESG debe evolucionar de una estrategia de nicho a una filosofía de inversión global. En 2023, esperamos que los gestores de activos, las empresas y los reguladores amplíen el alcance del ESG y sigan aplicando la normativa", explica la experta.

Los analistas estiman que, durante este año, los inversores se centrarán cada vez más en el compromiso y la gestión. Asimismo, consideran que deben actuar como socios de las empresas en las que invierten para generar un impacto significativo en la rentabilidad global y el valor de la cartera.

Pero esto se enfrenta con un obstáculo: la escasez de recursos que el sector de la inversión dedica actualmente a la gestión.

"Para hacer frente a este problema, los Principios de Inversión Responsable (PRI) han puesto en marcha un "proyecto de dotación de recursos para la gestión" con el fin de investigar y evaluar el nivel adecuado de recursos que los inversores institucionales deberían estar dispuestos a dedicar a las actividades de gestión y a abordar los problemas sistémicos de sostenibilidad", añade Singh.

Por otro lado, el concepto de sostenibilidad medioambiental ya no es sinónimo de cambio climático. Ahora se acepta que la acción climática está condenada al fracaso, a no ser que se aborden las externalidades negativas sobre la biodiversidad, el agua y los residuos (economía circular).

En este sentido, la experta espera "que se reorienten más inversiones hacia el capital natural y las estrategias de economía circular, y su interacción con la transición climática".

S - DE ODS, SOLIDARIDAD Y SOCIAL

En 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás.

Todo ello mediante la consecución de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que van desde la eliminación de la pobreza hasta la lucha contra el cambio climático.

Para lograrlo, es necesaria una financiación mixta que abarque tanto la inversión tradicional como la inversión de impacto, cuyo fin es lograr un rendimiento social positivo además del financiero.

"Es probable que en 2023 haya un mayor reconocimiento de este hecho, y podemos esperar que más instituciones financieras incorporen el análisis cuantitativo de los ODS como parte de sus estrategias de ESG", afirma Singh.

A ello hay que añadir la importancia de compartir la responsabilidad financiera de la adaptación climática en las comunidades más vulnerables (países en desarrollo - Sur Global) con aquellos países que han cosechado los beneficios económicos de la rápida industrialización (países desarrollados - Norte Global).

"Es importante que los flujos financieros públicos y privados se reorienten hacia la ejecución de proyectos de transición en todo el mundo", añade la experta.

Además, los elementos sociales de la inversión sostenible han cobrado cada vez más importancia en los últimos años. Las cuestiones de diversidad, igualdad salarial y salud y seguridad ocupan un lugar destacado en los compromisos y las propuestas de los accionistas durante las juntas generales anuales.

A este respecto, Singh apuesta porque "el creciente interés por estos temas conduzca a un compromiso más efectivo y a una mayor transparencia entre empresas e inversores".

G - GREENWASHING, BRECHAS Y GOBERNANZA

En 2022 comenzaron las medidas drásticas contra el 'greenwashing' o lavado verde, que probablemente continuarán en 2023.

"Todas las empresas que cotizan en mercados regulados de la UE empezarán a aplicar la Directiva sobre informes de sostenibilidad corporativa (CSRD), que dará a los gestores de activos una mayor claridad sobre los resultados de sostenibilidad de las empresas", adelanta Singh.

A pesar de las promesas realizadas en la COP27 y la COP15, en general, la batalla para limitar las emisiones a un aumento de 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales sigue "avanzando en la dirección equivocada". Los déficits de financiación siguen frenando la acción por el clima.

Conforme a los datos aportados por Stewardship de La Française, las necesidades mundiales de infraestructuras ecológicas ascienden a unos 5.000 millones de dólares anuales, pero sólo se dispone de 384.000 millones.

Lo mismo ocurre con la biodiversidad, para la que se calcula que las necesidades de financiación ascienden aproximadamente a 800.000 millones de dólares anuales, frente a un gasto mundial estimado actual de 100.000 millones de dólares.

En relación con la gobernanza, seguirá siendo una cuestión clave en 2023, pero su definición y alcance se están revisando. "Los inversores van más allá de los criterios de estructura e independencia de los Consejos y exigen más transparencia en temas como la remuneración, los perfiles de los consejeros (edad, experiencia, permanencia en el cargo) y la responsabilidad de los consejos en cuestiones medioambientales y sociales", opina Singh.

En 2022, la integración de criterios ESG se convirtió en la corriente dominante. De cara a 2023, las "inversiones sostenibles globales" adquirirán una nueva dimensión.

"Más allá de la simple integración de las consideraciones ESG en la construcción de carteras, los inversores se verán obligados a considerar la profundidad y amplitud de los impactos de sus inversiones en la sociedad y el medio ambiente", concluye la experta.

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