• ... y eso habría adelantado la resolución del banco a abril en vez de junio
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Sergio Perez

Por si todavía quedaba alguien que pensaba que el Banco Popular se hundió por un mero problema de liquidez, como sostiene la versión oficial, la CNMV ha terminado de desmontarla. La 'policía de la bolsa' confirma en el expediente abierto al banco por falsear las cuentas de 2016 que el banco se hundió por problemas de solvencia, y añade que estos no se generaron en los primeros "cinco meses y siete días de 2017". Asimismo, considera que Emilio Saracho debió reformular las cuentas de 2016, lo que podría haber adelantado la caída de la entidad a abril.

"En la Resolución del FROB de 7 de junio de 2017, se indica que el referido valor económico [valoración de -2.000 millones en el escenario central y de -8,200 en el estresado] evidencia la existencia de unas pérdidas que era necesario absorber. Y parece difícil sostener que el 100% de tales deterioros por pérdida de valor de dichos activos se haya producido en apenas 6 meses y en un período de franca recuperación económica", sostiene el informe razonado de la CNMV en que se basa el citado expediente.

"Ante la falta de hechos o circunstancias durante los cinco meses y siete días del ejercicio 2017 que justificaran un cambio tan significativo en la solvencia de la Entidad, la valoración económica provisional remitida a la JUR sería un claro indicio de que las estimaciones realizadas por la Entidad, al cierre del ejercicio 2016 [...] no eran razonables", añade.

Es decir, la CNMV confirma que el Popular tenía graves problemas de solvencia y no solo de liquidez (las crisis de liquidez siempre están provocadas por un déficit de solvencia), y sostiene que estos problemas no se originaron desde el cierre de 2016, sino que venían de atrás. Por ello, concluye que las cuentas de cierre de ese año no reflejaban la realidad del banco y abre expediente por falta muy grave al consejo del banco en ese momento encabezado por Ángel Ron y su consejero delegado Pedro Larena, así como el antecesor de este, Francisco Gómez.

SARACHO SE QUEDÓ MUY CORTO

El supervisor del mercado basa estas graves acusaciones en dos elementos principales: que la reexpresión de los resultados anunciada por Saracho el 3 de abril del año pasado se quedó corta y debería haber sido mucho mayor; y que había otros elementos no incluidos en esa reexpresión que tampoco se contabilizaron correctamente.

En referencia al primero, la CNMV concluye que el impacto real de los elementos corregidos en abril de 2017 fue de 553 millones (387 después de impuestos) en su patrimonio neto y de 126 millones en su resultado anual. "Esta re-expresión supone un ajuste negativo del 3,5% del patrimonio neto consolidado del ejercicio 2016 que, a juicio de esta DGM debe considerarse por sí mismo material". Un impacto material obliga, según la ley, a reformular las cuentas anuales, no a "reexpresarlas".

Según el libro 'De los Borbones a los Botines: auge y caída del Banco Popular', el propio Saracho reconoció que tuvo que convencer al Banco de España para que le permitiera no reformular porque eso habría implicado retrasar la junta de accionistas de la entidad (en la que planteó la famosa alternativa entre "ampliación o venta" porque el banco no era viable por sí mismo). Y eso habría tenido un efecto demoledor en bolsa que, a su vez, habría provocado una huida de depósitos que habría acabado con el Popular entonces. Al final, acabó ocurriendo dos meses después.

INTENCIONALIDAD DE OCULTAMIENTO DE LOS DIRECTIVOS

Estas correcciones a las cuentas provenían de tres irregularidades: el Popular había quitado las provisiones de unos activos tóxicos (inmuebles o créditos morosos) para asignarlas a otros que habían sido revisados por el BCE, en vez de apuntarse nuevas pérdidas; se había adjudicado inmuebles en pago de créditos incobrables pero estos seguían apareciendo como garantía de los mismos (no se habían dado de baja); y dio créditos a sus clientes para acudir a la ampliación de 2016 sin restarse esa cantidad del capital como marca la ley.

La CNMV considera que hubo intencionalidad por parte de la cúpula del banco -o, al menos, tuvo conocimiento y no hizo nada para impedirlo- en la primera y la tercera de estas irregularidades. La segunda, en cambio, la achaca a "una mala organización de los precesos internos", aunque afirma que era conocida por Gómez y el director financiero, Javier Moreno, que no hicieron nada para subsanarla.

LAS PÉRDIDAS AFLORADAS POR SANTANDER NO SON DE SEIS MESES

Finalmente, los elementos mal contabilizados no incluidos en la reexpresión de Saracho se derivan de las cuentas presentadas en el primer semestre de 2017 ya bajo el control del Santander, que arrojaron unas pérdidas históricas de 12.218 millones. A su juicio, parte de las provisiones para inmuebles adjudicados y créditos morosos no se justifican solo por la necesidad de rebajar su precio para venderlos a Blackstone, sino que venían de atrás y debían haber sido imputadas al ejercicio 2016.

El argumento principal del supervisor es el mismo enunciado más arriba: unos deterioros tan grandes como los que muestran los resultados del primer semestre no pudieron producirse en solo cinco meses, por lo que al menos una parte debía haberse recogido en las cuentas del ejercicio anterior. Luego estas no reflejaban la imagen fiel de la entidad e incurrieron en una falta grave... aparte de en un supuesto delito de falsedad contable que está investigando la Audiencia Nacional.

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