• Los bancos han protestado por el mensaje negativo del constante aumento de los requisitos
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Andrea Enria, presidente del Mecanismo Único de Supervisión

La plegarias de los principales bancos españoles por fin han sido escuchadas en Frankfurt: el BCE no elevará de nuevo en 2020 los requisitos de capital para las 12 entidades nacionales que supervisa directamente. Así se lo transmitió la semana pasada en su visita a Madrid Andrea Enria, el nuevo presidente del Mecanismo Único de Supervisión (MUS), que inaugura una etapa más receptiva a las peticiones del sector que la de Danièle Nouy.

Distintas fuentes conocedoras de las reuniones de Enria con los presidentes de estos bancos (Santander, BBVA, CaixaBank, Bankia, Sabadell, Bankinter, Liberbank, Unicaja, Abanca, Ibercaja, Kutxabank y Cajamar) confirman que el responsable de supervisión les aseguró que no va a elevar los requisitos de solvencia de nuevo en 2020, lo cual supone un respiro para un sector que tiene grandes problemas de rentabilidad por culpa de los tipos de interés negativos del BCE.

A lo largo de este año, tanto los principales directivos de la banca como su patronal, la AEB, se han quejado reiteradamente del constante aumento de los requisitos de capital por parte del supervisor europeo, así como de las 'sugerencias' del banco de España de reducir el dividendo para no afectar a la solvencia.

En opinión del sector, las crecientes exigencias de capital tienen varias consecuencias negativas. Por un lado, reducen todavía más la rentabilidad sobre recursos propios (ROE), ya que al descenso del beneficio -el numerador de esta ratio- se añade el aumento del capital -el denominador-. Por otro, "genera inquietud en el mercado" según el presidente de la AEB, José María Roldán, pues los inversores pueden pensar que el supervisor ve problemas en el sector que el mercado no ve y eso hace caer las cotizaciones. De hecho, sus valoraciones habían tocado mínimos históricos antes del actual 'rally'.

La consecuencia de esta creciente presión regulatoria podría ser una falta de financiación a la economía productiva porque no es rentable para la banca. El sector echa la culpa de estos requisitos exagerados actuales a que los reguladores fueron muy blandos antes de 2008, lo que alimentó la crisis financiera. Y ahora han pasado al extremo contrario sin que haya justificación para ello, con lo que los efectos negativos pueden ser mucho más importantes que los positivos.

¿FIN DEL TSUNAMI REGULATORIO?

Sin embargo, este "tsunami regulatorio", como se ha dado en llamar por las entidades, parece que ha llegado a su fin o, al menos, se va a tomar un descanso. Así se desprende de la promesa de Enria de la semana pasada, que ha sido recibia con gran alivio en los cuarteles generales de las principales entidades.

Las fuentes citadas añaden que el supervisor italiano tiene una actitud mucho más dialogante y cercana que la de su antecesora, la francesa Danièle Nouy, cuya política se basaba más en la imposición. Eso hace concebir esperanzas en los bancos de que sus peticiones, que hasta ahora caían en saco roto, puedan empezar a ser atendidas por el MUS.

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