• Se había comentado que el cambio en la regulación podría llegar este mismo mes
  • Ningún país europeo se ha adaptado todavía a la normativa IFRS9
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La Banca española deberá adaptarse antes de 2018 a la normativa impuesta por la Autoridad Internacional de Contabilidad (IASB), que cambia la forma en la que se contabilizan las provisiones bancarias.

Deberá adaptarse antes de 2018 a la normativa impuesta por la Autoridad Internacional de Contabilidad

Según publica este miércoles Voz Populi, el Banco de España estaría preparando este mismo mes, la aprobación de una modificación en la circular 4/2004, para adaptarla a la medida IFRS9 y así cumplir con la normativa internacional. En el sistema actual, el deterioro se mide con criterios numéricos concretos y solo se dotaba un crédito a partir de un determinado número de días de impago. La nueva normativa buscará dotar las carteras crediticias a partir de expectativas futuras de comportamiento de dichas inversiones. Así, se habría acelerado esta propuesta para permitir la aplicación plena de esta medida y no de forma paralela, ya que al entrar este mismo año, se podría contabilizar el primer semestre del año 2016 con los nuevos parámetros.

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No obstante, según fuentes del mercado financiero, comenzaremos el año que viene con la normativa actual ya que el Banco de España tiene dos años más (hasta 2018) para adaptarse a la IFRS9, que parte de la Autoridad Internacional de Contabilidad, y aunque no se espere al final del plazo para adaptarse, tampoco se producirá el cambio durante este mismo mes.

Ningún país europeo se ha adaptado todavía a esta normativa; según Voz Populi se habría tomado esta decisión porque la banca española habría comenzado a ser investigada por el Banco Centra Europeo y con esta nueva normativa se abría una nueva forma de calcular las previsiones. De la normativa española, se cambiaría el anexo IX, con lo que cambiarán las dotaciones que cubren pérdidas y deterioros en financiación.

Las entidades financieras han emprendido una carrera sin tregua por tratar de acomodarse al nuevo entorno lo antes posible, actuando sobre sus recursos propios, sus activos en balance y su financiación. Una consecuencia de ello es un aumento generalizado en los niveles de solvencia.

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