ep filed - 04 november 2019 berlin christine lagarde president of the european central bank ecb
Christoph Soeder/dpa - Archivo

El gran debate del ‘tapering’ está muy encendido. A una semana de que la Reserva Federal (Fed), para quién las cosas están más claras, deba abordar esta cuestión, el Banco Central Europeo (BCE) celebra su cónclave de junio, con elevadas expectativas entre analistas e inversores de que no mueva ficha porque, simplemente, “no ha llegado su momento”. Lo que es seguro es que la reunión versará sobre si la institución reduce o no el ritmo de las compras de activos, con una pugna entre halcones y palomas que, sin embargo, la presidenta del organismo, Christine Lagarde, no elevará a pública. En resumidas cuentas, se espera que mantenga el rumbo, mientras revisa sus perspectivas macroeconómicas al alza.

“El argumento a favor de la reducción de las compras es que la recuperación económica europea se está fortaleciendo a medida que se acelera la retirada de las vacunas. El argumento a favor de mantener las compras al ritmo actual es que cualquier reducción corre el riesgo de desencadenar una corrección del mercado”, comenta Paul Diggle, economista de Aberdeen Standard Investments. Tras los mensajes coordinados de los portavoces del BCE en los últimos días, “esperamos que la autoridad monetaria europea siga comprando activos al elevado ritmo actual”, señala, “pero en cualquier caso, los inversores querrán ver cómo el BCE enhebra la aguja de hablar de la recuperación económica, evitando al mismo tiempo la temida palabra ‘tapering’”.

Los antecedentes de estas afirmaciones hay que buscarlos en la reunión del Consejo de Gobierno de marzo -la de abril pasó sin pena ni gloria-, cuando el BCE avanzó un "ritmo significativamente mayor" de compras en el marco del programa de compras de emergencia frente a la pandemia (PEPP por sus siglas en inglés) en comparación con el primer trimestre. En términos netos, es decir, excluyendo las compras para compensar los reembolsos de los valores adquiridos que vencen, ascienden a cerca de 19.000 millones de euros por semana, frente a los 15.000 millones de euros de las semanas anteriores a la reunión de marzo. Tras el lanzamiento del PEPP, en la primavera de 2020, las compras semanales se situaron en torno a los 25.000 millones de euros.

“Dada la parte residual del PEPP, es decir, el 40% de los 1.850.000 millones de euros previstos actualmente, el BCE podría continuar fácilmente sus compras al ritmo actual hasta marzo de 2022”, analiza Bruno Cavalier, economista jefe de Oddo BHF

Además de los datos objetivos, se han sucedido los mensajes de varios miembros del supervisor monetario que apuntan en esta dirección. Fabio Panetta, que forma parte del Consejo de BCE, dijo recientemente que "las condiciones que vemos hoy no justifican la reducción del ritmo de las compras, y un debate sobre la eliminación progresiva del PEPP sigue siendo claramente prematuro". “Estamos de acuerdo con esto y creemos que el BCE no contemplará el tapering antes de que lo haga la Reserva Federal estadounidense. La Fed no empezará a debatir sobre esto hasta su Simposio Económico de Jackson Hole en agosto, con la perspectiva potencial de empezar a reducirlo durante 2022”, argumenta Mondher Bettaieb-Loriot, jefe de bonos corporativos de Vontobel Asset Management

Y es que el precio de bajar la guardia en este momento “sería que los inversores anticiparan un estrechamiento de la liquidez en los próximos meses, de modo que el exceso de oferta de créditos acabaría encareciendo el coste del financiamiento y los incentivos al consumo y la inversión”, indica Olivia Álvarez, analista en Monex Europa. Este es un panorama que el banco central “seguramente querrá evitar en la fase inicial de recuperación de la economía, incluso en presencia de una reactivación de los mercados”. No obstante, la flexibilidad contenida en los programas de estímulo del BCE, especialmente en el PEPP, dejan margen para que el instituto emisor pueda reducir ligeramente el volumen de las compras en la práctica sin tener que declararlo abiertamente. “En este sentido, una línea de comunicación ampliamente expansiva es la mejor opción en las cartas del BCE en este punto”, añade la experta.

Martin Wolburg, economista senior de Generali Insurance AM, considera, no obstante, que lo más probable es que el Consejo de Gobierno del BCE “se abstenga de dar una indicación clara sobre el cambio en la magnitud de las compras del PEPP para el tercer trimestre”. Si bien “es posible que quiera reducir las compras”, sostiene el analista, es probable que no lo declare y que, en cambio, “haga hincapié en su flexibilidad y en el hecho de que hasta ahora ha conseguido mantener unas condiciones financieras favorables”. “Esperamos que la comunicación siga centrándose en el tercer trimestre y esperamos que se indique la política postpandemia como muy pronto en la reunión de septiembre”. Es decir, el banco central seguirá jugando a la “ambigüedad”, en palabras de Cavalier, quien hace hincapié en que, además, la entidad “no puede sugerir que busca una rápida normalización de la política, a riesgo de hacer subir los tipos de interés y el euro”.

Sin embargo, incluso si fuera el momento adecuado para empezar a debatir sobre el tapering ahora, la eliminación de las compras “no se vería necesariamente como un endurecimiento de la política”, puntualiza Bettaieb-Loriot, ya que el BCE probablemente adaptaría su Programa de Compra de Activos (PPA) al mismo tiempo, aumentando la flexibilidad del mismo. “También es interesante observar que es esencialmente en el marco del PPA desde donde se realizan las compras de empresas, mientras que el PEPP está mucho más orientado a la compra de bonos del Estado de la zona europea. Por lo tanto, no esperamos que el proceso de tapering, cuando se inicie, sea negativo para los diferenciales de crédito”, redondea.

LAGARDE INSISTIRÁ EN LA TEMPORALIDAD DE LAS PRESIONES INFLACIONISTAS

El consenso de economistas consultados por Bolsamanía también hace hincapié en la revisión al alza de las proyecciones macroeconómicas del banco central. En los tres meses transcurridos desde marzo, se han cumplido una serie de supuestos: la eurozona se ha suavizado en gran medida las restricciones sanitarias, lo que ha impulsado el sentimiento empresarial a niveles récord; se ha ratificado el paquete de estímulo NextGenEU, casi un año después de su redacción; y se ha aprobado la Ley del Plan de Rescate Estadounidense, lo que da más fuerza a la demanda por parte de EEUU, parte de la cual se cubrirá con productos europeos. “Tendría sentido revisar ligeramente al alza la previsión de crecimiento para 2021, y más aún la de inflación. Si hay revisiones para años posteriores, es probable que sean menores, pero a primera vista no tienen razón de ser a la baja”, señala Cavalier.

“Esperamos que el BCE espere a tener más pruebas de que el crecimiento económico se está acelerando realmente antes de revisar al alza su objetivo del 4% para 2021. No obstante, esperamos que el BCE prevea un crecimiento para 2021 del 4,2%”, anticipan los gestores de La Française AM.

Y es que “los riesgos para la recuperación y la decepcionante dinámica de la inflación siguen siendo importantes”, subrayan desde Julius Baer por su parte. Por ejemplo, las expectativas de inflación se han acelerado, pero el swap de inflación a 5 años se ha estabilizado en torno al 1,6%, todavía muy por debajo del objetivo del 2%.

El BCE estimó anteriormente que la presión de los precios alcanzaría su punto máximo en el último trimestre de 2021, situándose en el 2%. “Esperamos que esta cifra se revise al alza, situándose en torno al 2,8%”, prevén desde La Française AM, quienes avisan, no obstante, de que Lagarde no abandonará el guión e insistirá en que las presiones inflacionistas serán temporales.

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