WASHINGTON.- Miguel Braun , secretario de Comercio de Mauricio Macri, tenía previsto viajar a Washington solo para un foro sobre la relación bilateral entre Estados Unidos y la Argentina. Pero los nuevos aranceles al acero y al aluminio que impuso Donald Trump la semana anterior alteraron los planes, y el Gobierno y la embajada argentina improvisaron una misión comercial para intentar preservar exportaciones del país por más de US$700 millones al año.

"La situación es complicada", reconoció Braun ayer, en un encuentro con la prensa argentina en la embajada, en su primer día en Washington.

Braun se reunió ayer con el "equipo técnico" de la Oficina del Representante de Comercio de los Estados Unidos (USTR, según sus siglas en inglés), que dirige Robert Lighthizer, el funcionario a cargo de los reclamos de los países que exportan acero y aluminio a Estados Unidos. Hoy tiene previsto ver al secretario de Comercio, Wilbur Ross, y al jefe de Gabinete de la USTR, Jamieson Greer.

El secretario de Comercio argentino no se irá de Washington con la excepción que aspira conseguir el gobierno nacional a los aranceles que impuso Trump, del 25% para el acero y el 10% al aluminio. Por el contrario, su objetivo para estos días es "entender a fondo cómo va a ser el proceso" para conseguir la excepción y preparar la mejor argumentación posible con el resto del equipo del Gobierno.

"Por ahora estamos en una etapa exploratoria para entender bien cómo va a ser el proceso. Una vez que tengamos ese panorama claro, vamos a discutir con el resto del Gobierno cuál es el mejor camino para avanzar. En principio tenemos una relación de diálogo muy positiva y muy constructiva, y creemos que si hay alguna posibilidad de que haya excepciones, los argumentos de la Argentina van a ser atendidos", afirmó.

Pero, de persistir, los aranceles tendrían "un impacto muy negativo en la producción y el empleo", reconoció el funcionario. "Por eso es un tema prioritario", agregó.

Trump impuso los aranceles a todas las importaciones de acero y aluminio bajo el pretexto de que necesitaba proteger la industria metalúrgica por razones de "seguridad nacional". Solo dejó afuera a México y Canadá, dos de los principales exportadores, con quienes negocia el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Nafta, según sus siglas en inglés).

"La producción argentina de acero y aluminio no representa una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos", afirmó Braun.

Habrá argumentos políticos y económicos. Braun recordó que la Argentina ya trabaja con Estados Unidos en un foro del G-20 que busca tratar el tema de la sobreoferta mundial de acero. Y el embajador argentino, Fernando Oris de Roa, hizo hincapié en que la Argentina tiene un déficit en su relación comercial con Estados Unidos. "Uno de los argumentos número uno es el déficit comercial de la Argentina con Estados Unidos", dijo el embajador.

Puertas adentro, el Gobierno reconoce que la nueva disputa comercial con la primera potencia global y uno de los principales socios comerciales de la Argentina no será sencilla. A sabiendas de la impronta nacionalista y proteccionista que imprimió Trump con su sello "Estados Unidos primero", lo definen como un "cuesta arriba".

Además, admiten que la Argentina no tiene fuerza para aplicar represalias, ya que, al importar bienes de capital, el costo para el país es mayor que para Estados Unidos.

La nueva tenaza proteccionista de Trump alcanza a exportaciones de Tenaris (grupo Techint) y de Aluar por unos US$770 millones. Desde Buenos Aires, la Cámara Argentina del Acero (CAA) agradeció las gestiones oficiales y advirtió que los nuevos aranceles "generarán la aplicación de medidas recíprocas de cierre de mercados y alterarán los flujos de comercio".

Además de México y Canadá, Australia también parece estar cerca de lograr otra excepción. De igual modo, la Unión Europea anticipó que buscará quedar fuera, y otros aliados de Washington, como Corea del Sur y Japón, intentarán eludir las nuevas tarifas.

LA NACIÓN (ARGENTINA)

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