México.- López Obrador, el presidente de México que asusta a las élites

Europa Press | 14 dic, 2019 02:59

CIUDAD DE MÉXICO, 14 (Reuters/EP)

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha mantenido desde que fue elegido en julio de 2018 un discurso crítico con los líderes empresariales mexicanos, a los que ha culpado de alimentar la pobreza y la corrupción en el país.

El primer presidente de México de izquierdas en tres décadas ha prometido transformar el país poniendo por delante las necesidades de los más pobres y desamparados, lo que ha levantado no pocas suspicacias en los despachos de las élites económicas mexicanas.

Los sectores más privilegiados, en este caso de la sociedad mexicana, han recurrido nuevamente a un discurso basado en el miedo y en la supuesta desestabilización que las políticas pensadas para el bien común podrían, tal es la paradoja, acarrear para la sociedad en general.

En ese sentido, algunos como Andrés Rozental --quien desempeñó labores como embajador de México en Reino Unido y Suecia, además de ser viceministro de Asuntos Exteriores (1988-1994) bajo los gobiernos conservadores del PRI-- ha señalado que los grandes empresarios "están muy preocupados", ya que la supuesta "incertidumbre desincentiva la participación del sector privado".

Pese a ello, existen otras voces de ese mismo sector que han asegurado haber "dirigido" las políticas de López Obrador hacia terrenos más amigables con los intereses de los magnates que pretenden operar en México, aunque la inversión privada parece haberse paralizado desde que accedió al cargo en diciembre de 2018.

No obstante, el nuevo presidente de México acabó reculando en agosto cuando decidió no llevar a cabo la suspensión de una serie de contratos que el anterior Gobierno de Enrique Peña Nieto había sellado con varias empresas privadas para la construcción de varios gasoductos de gas natural.

López Obrador, que en un principio calificó de estafa al pueblo mexicano la firma de estos contratos, dio marcha atrás ante las graves consecuencias económicas e internacionales que supondría las suspensiones, puesto que además se estaban llevando a cabo las negociaciones del tratado comercial de América del Norte (T-MEC) con Estados Unidos y Canadá.

Si bien el mandatario reconoció entonces públicamente que estas disputas podrían enturbiar la confianza de los inversores, matizó que en un principio los acuerdos eran "dañinos" para los intereses de México.

"Yo sólo tengo un amo, y es el pueblo de México", expresó López Obrador cuando se le cuestionó acerca de por qué había decidió dar marcha atrás y si tuvieron que ver las presiones de los empresarios.

López Obrador siempre ha asegurado tener una "muy buena" relación con los inversores, pese a que ellos se han sentido perturbados por la retórica que en ocasiones ha utilizado para referirse tanto a este sector, a los que ha calificado de "fifis" --un término despectivo que hace referencia a las fuerzas conservadoras de México--, como al dinero, "el papá del diablo".

El disgusto de las élites empresariales y financieras mexicanas viene incluso de antes de que López Obrador accediera al cargo, pues poco más de un mes antes, el dirigente mexicano anunció que por motivos de corrupción se cancelaba un proyecto de 13.000 millones de dólares para la creación de un nuevo aeropuerto para Ciudad de México, pese a las súplicas del multimillonario Carlos Slim, una de las personas más ricas del planeta.

"Ya cambiaron las políticas, y ahora es el turno de que ellos se adapten a la nueva política económica", ha defendido el presidente mexicano con respecto a las élites empresariales y financieras del país azteca.

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