El paradigma se acelera, según Banca March: deuda, tipos cero, bancos centrales y digitalización

El problema de la respuesta de los reguladores a la crisis del Covid-19 es que, en el medio plazo, habrá que pagar el servicio de una deuda que ya estaba en niveles muy elevados.

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Posiblemente, una de las mejores representaciones de lo que le depara a la economía global durante los próximos tiempos, sea la imagen de Il Tuffatore. Este fresco, encontrado en una tumba etrusca de hace 2.500 años, en Paestum, muestra a un nadador tirándose de cabeza desde las columnas de Hércules. Con una economía global en pleno desplome y en ciernes de la recesión más profunda desde la Gran Depresión en EE UU, la gravedad con la que el nadador se aproxima al agua es muy elocuente. Pero esta pintura simboliza mucho más, según explican los expertos de Banca March en su último informe mensual de estrategia que se puede consultar, junto con las correspondientes recomendaciones de inversión, aquí. Las tumbas son lugares donde se produce la transmutación de la muerte hacia la resurrección, y el nadador es una metáfora de la transición desde el mundo actual y conocido, hacia un más allá: un futuro con una economía que aborda una parálisis sin precedentes, pero a la que las autoridades han dado una contundente respuesta.

La determinación de Gobiernos y bancos centrales para combatir el colapso de la actividad ha sido brutal. Dado que en algunos aspectos, la crisis del Covid-19 tiene consecuencias parecidas a las de una guerra —de hecho, Estados Unidos ya suma un 20% más de las bajas que ocasionó la guerra de Vietnam—, la respuesta gubernamental, medida en términos de déficit fiscal, presenta esfuerzos superiores a los de la mayoría de las contiendas a las que el país se ha enfrentado en el pasado.

Gráfico 1. Balanza Fiscal Gobierno Federal EE UU / PIB

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Fuente: US Goverment Spending. Estimaciones 2020 y 2021 Congressional Budget Office. Banca March

El gráfico 1 contextualiza la excepcionalidad que supone el déficit fiscal del 17,9% que se alcanzará este ejercicio, tras sumar la última decisión de la Administración estadounidense de incrementar las ayudas a las pequeñas empresas, situación sólo superada por la Segunda Guerra Mundial.

A medida que pasan los días, la ofensiva de primavera continúa y los estímulos globales no paran de crecer. Los Gobiernos incrementan los paquetes de ayuda fiscal y aumentan las líneas de crédito y los avales, mientras los bancos centrales aceleran el volumen de compras de activos (gráfico 2). En abril, también han reducido las exigencias de calidad crediticia mínima que están dispuestos a aceptar. La Reserva Federal comprará ángeles caídos, compañías que puedan perder el grado de inversión a lo largo de la crisis, y el BCE los aceptará como colaterales para ofrecer liquidez a cambio.

Gráfico 2. Medidas de estímulo

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Fuente: Bloomberg, Bruegel y Banca March

Gráfico 3. Balances Bancos Centrales

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Fuente: Bloomberg y Banca March

En el gráfico 3 se muestra la dimensión de la expansión de los principales bancos centrales que, en el caso de la Reserva Federal, duplicará su balance antes de que termine el año, pasando del 19% del PIB antes del Covid-19, hasta el 43%. Por su parte el BCE lo ampliará desde el 39,2% hasta el 56% del PIB.

Si unimos a las medidas fiscales las líneas de financiación y las compras de los bancos centrales, la respuesta combinada es descomunal; en el caso de EE UU alcanzará niveles del 34% del PIB y en Europa, mucho más influida por las líneas de crédito anunciadas, el estímulo total podría llegar a alcanzar el 48% del PIB. No obstante, es interesante puntualizar que el impulso fiscal inmediato anunciado en Estados Unidos es casi tres veces superior al europeo —9,1% frente al 3,3% del PIB, como muestran las barras verde oscuro del gráfico 2— y que la implementación real en la UE de las líneas de financiación hasta el 100% es algo que llevará tiempo y que todavía está por ver.

Mientras asistimos a las primeras desescaladas del confinamiento y los próximos datos macro continuarán mostrando la evolución desde el punto álgido de la paralización de la economía, la combinación de la batería de medidas de estímulo permitirá mitigar el duro choque, reducir contingencias en la solvencia de las compañías facilitando la disponibilidad de liquidez, y ofrecer un suelo firme para la deuda corporativa y las Bolsas. Como inversores, una vez pasado el susto, deberemos centrarnos en la velocidad con la que volvamos a recuperar los niveles de crecimiento previo, que no será rápida y, por tanto, deberemos mantener la paciencia.

El único problema de toda esta desesperada, acertada y casi única opción de los reguladores, es que, en el medio plazo, habrá que pagar el servicio de una deuda que ya estaba en niveles muy elevados. De esta forma, se reducirá el crecimiento potencial de una economía que cada vez crecía menos, por lo que, una vez más, se vuelve a acrecentar el paradigma de la deuda, que no ha parado de aumentar en las últimas crisis económicas.

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IlTuffatore. Pared lateral izquierda. Paestum. 450 a.C.

En la tumba de Il Tuffatore, además del nadador, aparece un personaje recostado que sujeta un huevo, símbolo universal de la renovación periódica y de los ciclos de renacimiento. Seguramente se trata de Dionisos, dios de la fertilidad y el vino. El coronavirus ha traído muerte, confinamiento y desesperación para encontrar medidas que nos permitan superar el bache pero, si algo está claro, es que, en el resurgir de esta crisis, el paradigma se ha acelerado: deuda para sufragar un mundo que no crece, tipos a cero y bancos centrales para poder financiarla. También más tecnología, digitalización y consumo online en este nuevo estado de aislamiento

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