La inversión de la curva de tipos anticipa recesión...¿hay que salir del mercado?

Históricamente, el S&P 500 sigue subiendo durante una temporada, para luego desplomarse

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La inversión de la curva de tipos de interés en Estados Unidos ya es una realidad. Este fenómeno se produce cuando el rendimiento de los bonos a 2 y 5 años americanos supera a la rentabilidad del bono a 10 años. Desde la Segunda Guerra Mundial, ha anticipado todas las recesiones que se han producido en EEUU, por lo que es un indicador muy fiable y muy seguido por los analistas.

Y, como sucede en la actualidad (la última vez fue en el verano de 2019), siempre se dice que 'esta vez será diferente'. Y realmente, la pregunta vuelve a ser la misma. ¿Será diferente esta vez?

Según explican los expertos de RaboBank, quienes anticiparon de manera muy precisa la invasión rusa de Ucrania (tal y como publicó FundNews en enero), los expertos que defienden que no habrá recesión explican que las curvas de tipos están totalmente distorsionada por las compras de bonos realizadas por la Reserva Federal (Fed) desde que comenzó la pandemia.

Como consecuencia, la utilidad del diferencial 2-10 años como barómetro ya no es válida para muchos expertos. Sin embargo, desde el banco holandés consideran que sí es fiable y que el verdadero "meollo de la cuestión es si uno cree que la curva es una señal de recesión o un desencadenante".

PROFECÍA AUTOCUMPLIDA

Y en este sentido, argumentan que "es probable que sea una combinación de los dos" y que "la importancia de la inversión de la curva entre el 2 y el 10 años se debe a su naturaleza autocumplida". Así, el hecho de que estemos debatiendo sobre ello "ayuda a precipitar una recesión, a medida que los consumidores y las empresas reevalúan sus propias perspectivas a raíz" de artículos como este.

Por tanto, la inversión de la curva por sí sola no anticipa una recesión, pero ayuda a crear un sentimiento negativo en el mercado sobre las previsiones económicas, lo que suele llamarse también una 'profecía autocumplida'.

Para los expertos de RaboBank, debatir sobre qué parte de la curva debe invertirse o sobre si esto es una señal fiable no es lo importante. Porque simplemente "no es necesario ir muy lejos para ver las razones por las que el crecimiento caerá bruscamente, independientemente de si el PIB finalmente cumple con la definición de recesión de los libros de texto".

Y entre esas razones destacan la "agresiva normalización" de la política monetaria por parte de la Reserva Federal (Fed), una fuerte compresión de los ingresos/beneficios reales por las presiones sobre los costes, los temores de los consumidores sobre el impacto de la guerra en los precios de las acciones (y, por extensión, sus ahorros), la disminución de la demanda mundial a medida que China aplica su política de tolerancia cero contra el Covid; y un cambio en la política fiscal de viento a favor a viento en contra, a medida que los déficits presupuestarios se reducen en relación con la era de la pandemia.

En este contexto, los expertos de la gestora Pimco, un gran inversor en el mercado de bonos, afirman que "una gran incertidumbre enturbia las perspectivas, ya que la economía mundial se enfrenta a un shock que es negativo para el crecimiento y que probablemente estimulará una mayor inflación". Y añaden que "los riesgos de recesión han aumentado".

¿QUÉ DEBEN HACER LOS INVERSORES?

¿Significa esto que los inversores deben salir corriendo del mercado? Nada más lejos de la realidad. Históricamente, cuando se da la inversión de la curva, el S&P 500 sigue subiendo, porque es un aviso de medio plazo.

En promedio, la recesión no aparece hasta seis meses o un año después. Y las bolsas suelen tener tramos al alza de cierta importancia (un 15% de media, según JP Morgan), eso sí hasta que se produce la gran corrección que, de media, arroja caídas del 40% para el S&P 500. Por lo tanto, hay que ser consciente de los riesgos si uno está en el lado comprador del mercado.

Así, desde Pimco comentan que "nos encontramos firmemente en la fase final del ciclo, con un impulso de crecimiento subyacente todavía fuerte, pero cada vez más vulnerable al riesgo de caída". Por ello, según su valoración, "el entorno actual favorece a las empresas de alta calidad y menos cíclicas".

"En este entorno difícil e incierto", concluyen, "un pilar fundamental de nuestra estrategia de inversión será hacer hincapié en la flexibilidad y la liquidez de la cartera para responder a los acontecimientos y aprovechar potencialmente las oportunidades y las dislocaciones en los mercados de renta variable a medida que surjan".

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