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Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo.

La guerra en Ucrania cumple cuatro meses y no hay visos de que su fin esté cerca. El impacto económico que ha traído es palpable: una inflación galopante, sanciones múltiples, caída de la confianza de los consumidores, shocks en la cadena de suministro…. Pero quizás el factor más notorio ha sido la escalada de los precios de la energía, impulsados por el temor inicial a la invasión, las consecutivas sanciones occidentales, la negativa de Rusia a aceptar pagos que no fuesen en rublos y los paulatinos cortes de suministro de gas que amenazan con prolongarse. En este contexto, Fitch Ratings ha recortado su previsión de crecimiento para el PIB mundial en un 0,6% y asegura tener muchas dudas de que la Eurozona pueda evitar una recesión en este escenario debido a su alta exposición al conflicto.

Así, la calificadora neoyorquina ha recortado la previsión de crecimiento de los países que han adoptado el euro hasta el 2,6% desde el 3% calculado en marzo. Tampoco le dan un respiro a la inflación, que esperan que termine en el 5,3% desde el 3,4% estimado tres meses atrás. Si bien el aumento de los precios de la energía y los alimentos está impulsando la inflación, Fitch también espera que la repercusión del aumento de los costes de los insumos en los precios de los bienes y la reapertura del sector de los servicios, junto con un repunte de los salarios, aumenten las presiones sobre los precios básicos.

“El impacto en la inflación de la Eurozona ha sido más rápido de lo previsto, ya que los componentes de los alimentos y la energía se han disparado recientemente y, en conjunto, han representado más del 60% de la inflación general del IPC en los últimos meses”, explican desde Fitch. Esta rápida repercusión, indican, puede estar relacionada con el fuerte aumento de las expectativas de inflación a corto plazo en la zona del euro que revelan varias encuestas. “Este aumento de las expectativas también podría reflejar el riesgo actual de un choque de suministro mucho más grave en caso de una interrupción repentina y total del suministro de gas ruso a Europa”, agregan.

Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) también está intensificando sus esfuerzos para normalizar la política monetaria. Tras la reunión de junio, la firma estadounidense espera que el tipo de interés de las operaciones principales de refinanciación (OPF) aumente 100 puntos básicos este año, tras el fin de la relajación cuantitativa en julio, con un aumento de 50 puntos básicos en septiembre. “En 2023, con la previsión de que la caída de los precios de la energía arrastre la inflación general, esperamos que el BCE sea menos agresivo a la hora de subir los tipos”, añaden.

“A medida que la presión inflacionista disminuya y las cadenas de suministro se reajusten, esperamos que la producción industrial y la inversión reprimidas, junto con el gasto en el marco del FRR, impulsen un crecimiento del 2,1% el próximo año”, señalan estos expertos.

REACCIÓN EXCESIVA DE LOS MERCADOS

Las empresas energéticas son las principales afectadas, para bien y para mal, en este volátil contexto. De acuerdo con los analistas de JP Morgan, la reacción al anuncio de las negociaciones entre Uniper y el Gobierno de Alemania para un posible rescate ha sido “excesiva”. “El principal riesgo para los proveedores de gas es una situación prolongada de escasez moderada de volúmenes de gas en el sistema debido a la disminución de las importaciones de gas ruso, al tiempo que no se pueden repercutir los mayores costes de compra de estos volúmenes en el mercado”, añaden.

Fortum, RWE, Engie y E.ON registraron este jueves caídas de entre el 3% y el 6%, aunque su exposición “difiere enormemente” y ninguno está expuesto de forma crítica a las decisiones de Rusia. Según indican estos expertos, Uniper es la más expuesta: “La falta de 0,4TWh diarios de gas ruso en este momento estimamos que le cuesta a la empresa unos 20 millones de euros al día después de las compensaciones”. Sin embargo, esta situación, apuntan, no va a durar y esperan que el gobierno alemán permita la transferencia de los costes del gas de sustitución en los próximos días o semanas en lugar de meses.

“En última instancia, esto debería proteger a los proveedores de gas alemanes (incluidos unos 150 municipios) y enviar una señal de precios para incentivar la reducción de la demanda a los grandes consumidores industriales y comerciales: un ejercicio delicado que podría tener múltiples repercusiones en la economía y que explica, en nuestra opinión, por qué el Gobierno está afinando los detalles y aún no ha tomado estas medidas”, agregan.

EEUU, EN LA SENDA MARCADA POR LA FED

Pese al fuerte aumento de la inflación, la economía estadounidense sigue creciendo con solidez y el fuerte crecimiento del empleo y de los salarios favorece las perspectivas de consumo a corto plazo. Así, Fitch Ratings señala que espera un aumento del PIB del 2,9%, revisado 0,6 puntos a la baja, pero “muy por encima de la tendencia” del resto de áreas. Sin embargo, explican, es probable que las “incesantes presiones inflacionistas” obliguen a la Reserva Federal a subir los tipos de interés hasta el 3% a finales de este año, “por lo que es probable que el crecimiento se ralentice drásticamente a partir de mediados de 2023”.

“Prevemos que la Fed suba los tipos 50 puntos básicos en cada una de las próximas cuatro reuniones, lo que llevará los tipos al 3% a finales de año”, puntualizan, “Vemos otros 50 puntos básicos de subida en el primer trimestre de 23 y que los tipos se mantendrán en el 3,5% hasta 2024”.

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