Ópera prima: “Accattone” de Pier Paolo Pasolini

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Tres años antes de acudir el Nuevo Testamento para crear El Evangelio según San Mateo, Pasolini debutaba detrás de la cámara con Accattone. Pero no era su primera incursión en el cine. Había colaborado en varios guiones, incluyendo una participación no acreditada en La dolce vita de Fellini. Y es que Pasolini era, ante todo, escritor. Su desembarco en el cine fue la consecuencia lógica de una época de efervescencia creativa en Italia. Durante la posguerra, el cine se encargó de mostrar de forma más directa que cualquier otra manifestación artística, las condiciones sociales de una Italia que luchaba por volver a empezar. Fue el llamado neorrealismo que tuvo su punto de partida en Obsesión de Luchino Visconti, entre otras.

A principios de los años 60, ya habían pasado casi dos décadas desde que este estilo comenzara a brotar. El neorrealismo ya había conquistado al público y a los cineastas de media Europa. Pasolini llegó un poco tarde con su Accattone pero, como siempre en su obra, se aprecia su particular y visceral estilo creativo.

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La historia de esta cinta tiene algunos puntos en común con Los inútiles de Fellini. Los protagonistas de Accattone también son un grupo de jóvenes, ya no tan jóvenes, que viven de espaldas a sus teóricas obligaciones, disfrutando de la vida como pueden. No hay dinero, poco trabajo y los días son muy largos. Dentro de este grupo de amigos, sobresale la figura de su protagonista. Accattone es un rebelde de buen corazón que trata de encontrar su camino en una Italia desesperanzada. Y aquí comienzan las diferencias con Fellini. Si el director de Los inútiles tiñe su historia de humor festivo y un poco melancólico, Pasolini apuesta por el drama y la pasión. Será una tónica habitual en su carrera.

El artista boloñés nunca dominó la técnica cinematográfica completamente. Son famosos sus fallos de raccord y algunas licencias poco ortodoxas. Pero daba la sensación de que el propio Pasolini se sentía cómodo con estos errores. Sus fines artísticos iban más allá del dominio de la técnica. No obstante, contó con grandes profesionales como el fotógrafo Tonino delli Colli, presente en El Verdugo de Berlanga, entre otras muchas.

El resultado final de Accattone es brillante. Un ejercicio pasional y visceral de cine sin artificios. Una de las últimas muestras de neorrealismo a cargo de uno de los cineastas más peculiares del séptimo arte italiano.