Netflix patina con su última gran apuesta

Lo que mal empieza, mal acaba. La andadura de Insatiable ha sido de lo más complicada desde el preciso instante en el que se lanzó su primer tráiler oficial. Una de las grandes apuestas de Netflix para el verano provocaba las iras de centenares de miles de espectadores por lo que se consideraba por muchos como un argumento inaceptable.

Patty Bladell (Debby Ryan) es una adolescente que ha sufrido acoso en el colegio por ser gorda, encuentra años después en los concursos de belleza, reconvertida en una atractiva joven, un modo de vengarse de sus antiguas compañeras. Así se presenta una serie que ha era acusada de lo que viene a llamarse “body shaming” o, lo que es lo mismo, de vender un prototipo de de belleza en el que hay un único tipo de cuerpo aceptable o hermoso. Sin embargo, la publicidad y la polémica siempre son beneficiosas. Eso sí, necesitas tener algo que ofrecer.

Dejando a un lado consideraciones sobre su argumento, la realidad es que Insatiable es horrorosa. La serie no hay por dónde cogerla. Desacertada en casi todos sus apartados, el patinazo se vuelve de épicas proporciones al tratar de abordar conflictos que deberían ser de singular interés, pero que quedan reducidos a lo ridículo. Eso por no hablar de que el argumento da para poco más que para hacer una comedia de instituto de hora y media. Patinazo de Netflix.

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