Las borracheras y los colocones más grandes de la historia del cine (III)

… Y terminamos ya con este especial, que no podemos pasarnos la vida en bares, clubes y habitaciones de hotel de mala muerte, aunque sea a través del cine. Para consultar las partes I y II, aquí: PRIMERA PARTESEGUNDA PARTE

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El almuerzo desnudo (David Cronenberg, 1991). El director canadiense se aventuró en llevar a la gran pantalla la célebre novela de William Burroughs. Este escritor fue una de las referencias de la generación Beat junto a su colega Jack Kerouac y gozó de gran simpatía entre muchos artistas posteriores. Además de por su literatura, Burroughs destaca por su afición a las drogas. Kurt Cobain fue uno de los últimos artistas que declaró su admiración por el escritor hasta el punto de reunirse con él poco tiempo antes de morir.

El almuerzo desnudo, como el libro, es una película inspirada en los efectos de diferentes tipos de drogas. El surrealismo se convierte en el eje en torno al que gira la historia. Imágenes extrañas, personajes extravagantes y máquinas de escribir que se convierten en cucarachas en una cinta protagoniza por Peter Weller (Robocop) y por la siempre enigmática Judy Davis.

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Días de vino y rosas (Blake Edwards, 1962). Jack Lemon lidera el reparto de una de las películas sobre alcoholismo más famosas de la historia. Tal vez haya perdido algo de su fuerza con el paso de los años debido a un cierto carácter pedagógico en el desarrollo de su historia. Pero, a principios de los 60, se hacía necesaria una película de este tipo que mostrara los peligros de las alegrías alcohólicas.

Lo más interesante de la historia es la evolución de la pareja protagonista que baja la guardia ante un elemento que se va apoderando de sus vidas. El alcohol, desengrasante social por excelencia, se convierte en la vía de escape ante los pequeños sinsabores de la vida. Cuando se quiere dar marcha atrás, tal vez es demasiado tarde. Dos o tres escenas de esta cinta son realmente emocionantes.

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Arrebato (Iván Zulueta, 1980). Ni las drogas ni el alcohol son el tema central de esta singular y sobresaliente película, pero la heroína forma parte esencial de la vida de su trío protagonista. Eusebio Poncela, Cecilia Roth y el misterioso Will More lideran el reparto. Zulueta explota al máximo todas sus obsesiones: cine, drogas, cromos antiguos… y termina facturando una película de autor, inclasificable y estimulante.

Muchas cintas reflejaron el fervor artístico (sexual y noctámbulo) que se vivió a finales de los 70 y principios de los 80 en España, pero ninguna lo hizo de forma tan introvertida y original como Arrebato. Poncela trata de penetrar en la compleja mente de Will More, acompañados por la heroína y una cámara Super 8.

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El precio del poder (Brian de Palma, 1983). Está acorralado en su mansión de Miami. Sabe que tiene todas las de perder.  Una montaña de yeyo en su única compañía en el despacho y como no tiene una tarjeta de crédito o un carné a mano, utiliza el brazo. Así es Tony Montana, un cubano de pelo en pecho que llegó a Estados Unidos para conquistar el mundo. Y se fue desde lo más alto, pegando tiros por doquier.

Al Pacino realiza uno de los papeles más legendarios de su carrera, mostrando su gran nivel interpretativo al liberarse por completo de Michael Corleone.  Remake de la película de Howard Hawks, De Palma y Oliver Stone consiguen aportar nuevos elementos al género apoyados especialmente en la omnipresente figura de Montana.

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Leaving Las Vegas (Mike Figgis, 1995): Nicolas Cage se ganó su Oscar a pulso en cada minuto de rodaje de esta película que ha pasado a la historia del cine sobre alcoholismo. Con una estética original y un inicio sorprendente, Leaving Las Vegas nos va conduciendo hacia ese estado irreversible al que llega un bebedor compulsivo. En la ciudad del pecado, Cage se encuentra con una prostituta interpretada por Elisabeth Shue. Dos personas desahuciadas rodeadas de neón, máquinas tragaperras y botellas a medio beber.  No es la mejor película sobre alcoholismo, pero sí una de la más impactantes.

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