La historia del auténtico Hugh Glass, el hombre al que interpreta Dicaprio en “El Renacido”

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Muchas veces hemos oído eso de que “la realidad supera a la ficción”. Pero pocas veces locución toma tanto sentido como en el caso de Hugh Glass. Estos días El Renacido ha logrado hacerse con el primer puesto de la taquilla española. La película de Alejandro González Iñárritu ha conseguido el aplauso de crítica y público gracias a la epopeya de un personaje interpretado magistralmente por Leonardo DiCaprio. Un trampero que realmente existió.

“The Revenant: A novel of Revenge”. Ese es el título de la obra de Michael Punke en la que se cuenta la historia de Hugh Glass. Nuestro protagonista nacía en Filadelfía allá por 1983. Glass pronto se embarcaba en el comercio de pieles por vía marítima. Una vida que cambiaría tras ser atrapado por un grupo de piratas. El hombre optaba por unirse a sus captores ante la nada atractiva perspectiva de ser asesinado. A su primera oportunidad, Glass huía de los piratas para dar con sus huesos en el lugar que menos podía esperar: Un asentamiento de los Lobos de Pawnee. La tribu de nativos también estuvo a punto de ejecutarlo, pero con las telas rojas que portaba (color muy apreciado por los Pawnee) lograba el favor de los nativos.

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Plácida transcurriría la vida de un Glass que incluso tendría un hijo con una nativa. Desgraciadamente, el giro planeado en su existencia pronto se convertiría en dramático. El hombre optaba por dedicarse de nuevo al comercio de pieles, uniéndose a la expedición del general Ashley y Andrew Henry. Tras un ataque de la tribu Arikara, Glass y otros 11 supervivientes emprendían una huída a través de la desembocadura del río Yellowstone. Un peligro para nada comparable con el encuentro que le deparaba el destino al hombre. Mientras

La muerte y resurrección

Glass caminaba al frente del grupo de supervivientes, una osa Grizzly con sus dos cachorros se cruzaban en sus pasos. Atacado salvajemente por el animal, el bueno de Hugh lograba repeler a la criatura con la única ayuda de un cuchillo. Glass quedaba herido gravemente, un estado en el que le encontrarían sus compañeros. A pesar del intento por curar sus heridas, el estado del hombre era crítico. Henry optaba por dejar al malherido y a dos hombres junto a él para que le dieran cristiana sepultura. Mientras tanto, el resto de la expedición continuaría. Poco podía imaginarse Henry que Jim Bridger y John Fitzerald abandonarían al moribundo Glass en una tumba cavada torpemente sin tan siquiera estar muerto. La cercanía de los indios Arikara hacía que los dos hombres tomaran tal decisión.

Tras despertarse, Glass se veía abandonado en medio de un clima intempestivo, gravemente herido y sin poder moverse. Era agosto de 1823 y sus compañeros incluso se habían llevado sus armas. Comenzaba así el periplo de “El Renacido”. Una odisea de varios meses en los que Glass tuvo que enfrentarse a la gravedad de sus heridas y recorrer la friolera de 320 kilómetros de distancia hasta el fuerte Kiowa.

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Aquí la historia se convierte en leyenda. Muchos son los que dicen que el afan por la venganza fue lo que movió a Glass. De hecho, gran parte de verdad debía haber en esto ya que John Fitzerald decidía alistarse en el ejército justo después de conocer que Glass había sobrevivido. No es de extrañar, dado que matar a un militar era considerado delito grave. Así, una compensación económica lograba aplacar la ira de “El Renacido”.

El final de la historia de Glass

Pese a una fortaleza digna de leyendas, Glass perdía la vida solo diez años después tras una emboscada de la tribu de los Arikara mientras cazaba castores con otros hombres. Al conocer la noticia del asesinato del respetado “Renacido”, el ejército salió en busca de sus ejecutores, dándoles muerte como castigo.