Hermosísima carta de despedida de Mark Hamill a Carrie Fisher

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Hace unos días nos hacíamos eco del mensaje publicado por Hamill en su cuenta de Facebook tras conocer la noticia de la muerte de Carrie Fisher. En aquel momento, todos nos sentíamos conmovidos ante las palabras del actor. Sin embargo, el mítico Luke Skywalker todavía se guardaba una extensa carta que dirigir a su hermana en la ficción.

Lo que os dejamos a continuación es la hermosísima carta de despedida que Mark Hamill le ha querido dedicar a nuestra amada Princesa Leia y que The Hollywood Reporter acaba de publicar:

“Carrie y yo ocupábamos un área única en la vida del otro. Era como si estuviéramos en una banda de garaje que de alguna manera tuvo mucho éxito. No teníamos ni idea del impacto que ‘Star Wars’ tendría en el mundo. Recuerdo que estábamos de gira cuando la película se estrenó. Cuando llegamos a Chicago, había una multitud en el aeropuerto. Dije, «Mirad, debe de haber alguien famoso en el avión». Miré alrededor para ver quién podía ser. Y entonces vi entre la muchedumbre a un niño vestido con el chaleco de Han Solo. Y entonces una niña vestida como la Princesa Leia. Dije, «Oh, Dios mío, mira, Carrie, hay alguien vestido como tú. ¡Tiene los moños en la cabeza!».

La primera vez que estuve con Carrie fue en una cena en Londres antes de empezar a rodar juntos. Fui el primero en ir a África con Sir Alec Guinness y los robots, para hacer todo el material del planeta desértico, y entonces volví a Londres y Harrison Ford vino. Carrie fue la última pieza del puzzle en llegar a Londres. Así que les dije a los de producción que quería conocerla antes de empezar a trabajar juntos. Apañaron una cena en la que nos conoceríamos. Mirad, tenía 19 años en aquel momento. Y yo era un chico de 24 años muy viajado. Así que estaba pensando que sería como trabajar con una niña de instituto. Pero me caí de culo. En serio, ella era instantáneamente agradable, divertida y honesta. Tenía una forma propia de ser brutalmente sincera. Acababa de conocerla, pero era como hablar con una persona a la que conocías ya 10 años. Me contó cosas de su padrastro, de su madre, de Eddie Fisher, todo desgarradoramente detallado. No dejaba de pensar, «¿Debería saber todo esto?». Porque yo no habría compartido eso con alguien en el que hubiera confiado durante años. Pero ella era lo contrario. Simplemente te arrastraba a su mundo.

Yo era tan de clase media. En mi infancia, lo más cercano a un famoso que teníamos en el vecindario era un transportador de equipajes que le devolvió a Jerry Lewis su cartera cuando se le cayó en la pista del aeropuerto en San Diego. Pero Carrie era algo totalmente diferente. Dejó el instituto para estar en el coro de ‘Irene’ en Broadway. A mí me tenía fascinado.

Estaba muy comprometida con la alegría y la diversión y abrazar la vida. Era un poco como la protagonista de ‘Tía y mamá’. Yo hacía locuras para divertirla en el rodaje. Hacerla reír era siempre una medalla de honor. Recuerdo que en el rodaje de ‘El imperio contraataca’ estábamos separados por la historia; era un rodaje difícil con mucha tensión en el set. Yo estaba en el pantano con marionetas y robots, pero al menos Carrie y Harrison pudieron trabajar con seres humanos. Durante una comida, ella dijo, «Deberías ponerte mi uniforme». Y yo le dije, «¿El traje blanco de una pieza? ¿Cuánto mides, un metro y medio? ¡No me cabe!». Y ella me dijo, «Inténtalo». Me puse ese traje de Princesa Leia y me estaba tan ajustado que parecía una corista de Las Vegas. Por si eso no era lo suficientemente ridículo, me hizo ponerme un pasamontañas con una peluca de payaso, y unas gafas y una nariz, y me paseó por la parte de atrás del estudio.

Las cosas que hacía para oírle reír… no había límites. La quería y adoraba hacerle reír. Hacía muchas locuras y me hacía hacer locuras, pero en realidad no creo que fueran tan locas después de todo. En cierto sentido, era un mecanismo de defensa para ella. Era tan estrafalaria, que podía usarlo como protección. Lo que te llegaba de ella es que era vulnerable, que tenía un destello de niña pequeña que emocionaba, y activaba la naturaleza protectora de mi personalidad.

Estoy muy agradecido de que siguiéramos siendo amigos y de que pudiéramos tener este segundo acto con las nuevas películas. Creo que le reconfortaba que yo estuviera ahí, la misma persona, que pudiera confiar en mí, por más críticos que fuéramos el uno con el otro a veces. Tuvimos de todo a lo largo de los años, desde amarnos hasta odiarnos hasta la médula. «¡No estoy hablando contigo, eres un imbécil pedante y sentencioso». Pasamos por todo. Es como si fuéramos familia.

Cuando estabas a buenas con ella, no podías divertirte más con otra persona de este planeta. Era capaz de hacerte sentir que eras lo más importante de su vida. Creo que esa es una cualidad muy extraña. Y también podías encontrarte con justo lo contrario, estar furiosos el uno con el otro y no hablaros durante semanas. Pero eso es parte de lo que hace una relación completa. No tiene una sola cara. Como digo, ella no era fácil. Había que cuidarla mucho. Pero mi vida habría sido mucho más aburrida y falta de interés si ella no hubiera sido la amiga que fue.”