El proyecto más ambicioso de Netflix para este año se la pega por todo lo alto

J.D. Vance (Gabriel Basso), un ex-marine del sur de Ohio y actual estudiante de derecho de Yale, está a punto de conseguir el trabajo de sus sueños cuando una crisis familiar le obliga a volver a la casa que ha intentado olvidar. J.D. debe navegar por las complejas dinámicas de su familia Apalache, incluyendo su inestable relación con su madre Bev (Amy Adams), que está luchando contra la adicción. Alimentado por los recuerdos de su abuela Mamaw (Glenn Close), la mujer resistente y lista que lo crió, J.D. llega a abrazar la huella indeleble de su familia en su propio viaje personal…

Todos esperábamos el estreno de Hillbilly, una elegía rural como agua de mayo. Netflix conseguía reunir a dos de las mejores actrices de la historia para la adaptación del exitoso bestseller de J.D. Vance. Ron Howard (Una mente maravillosa) al aparato. Sobre el papel, los ingredientes eran inmejorables para firmar una cinta memorable. Sin embargo, el desastre es de épicas proporciones.

Glenn Close y Amy Adams son, prácticamente, lo único salvable de este descomunal naufragio. No es elegante, no es sutil y no se atisba rastro alguno de audacia en el remarcado de cada instante. Hillbilly, una elegía rural nacía con el objetivo de darle el preciado Oscar a Netflix y lo que ha terminado por conseguir es que la plataforma se lleve un buen sopapo. No hay por dónde coger esta suerte de drama torpe y sin nada que aportar. Una pena.