El clásico de la semana: “La vida es bella”

Argumento: En la Italia de 1939, a las puertas del comienzo de la Segunda Gerra Mundial, el extravagante Guido (Roberto Benigni) llega a Arezzo (Toscana). Su intención es cumplir su sueño de abrir una librería. Con su negocio a punto, un elemento extraño aparece en la tranquila vida del hombre para ponerla patas arriba, ya que la irrupción de la hermosa Dora (Nicoletta Braschi) provocará que Guido se enamore perdidamente.

El problema es que Dora es la prometida del fascista Ferruccio. A pesar de ello el amor entre Guido y Dora vence a las adversidades, de modo que acaban casandose y teniendo un hijo. Pero la felicidad en estos tiempos es efímera. Con la llegada de la Guerra, Guido es trasladado a un campo de concentración junto a su esposa y a su hijo. Comenzará entonces la magnífica lucha del hombre para hacer creer a su pequeño que todo se trata de un juego, mientras trata de proteger a su familia en un mundo donde no hay lugar para la esperanza.

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¿Por qué tego que verla?: Por encima de todas las cosas, “La vida es bella” es un canto a la vida. El amor en todas sus expresiones, junto a todas las vertientes del ser humano se muestran en esta cinta con la maestría de un hombre que dirige, protagoniza y emociona como nadie: Roberto Benigni. La fábula que el carismático italiano se saca de la manga se hacía en el año 1997 con tres Premios de la Academia (Director, Actor y Banda Sonora) y con los corazones de todos los cinéfilos del mundo.

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Hermosa como la que más, “La vida es bella” bebe de las ricas fuentes ofrecidas por la tradición cinematográfica del que probablemente sea el país más poderoso en lo que al séptimo arte de refiere. Con una vuelta de tuerca al maravillosos neorrealismo de Roberto Rossellini y de Vittorio de Sica, Benigni juega al disimulo con un manejo amable de un tema cruel, para acabar, como los dos maestros mencionados, clavándonos una lanza en el corazón. El tiempo pasa y el cine evoluciona, pero “La vida es bella”, es cada día más bella.

La secuencia: La separación entre hombres y mujeres en el campo de exterminio hace que Guido lleve demasiado tiempo sin ver a su querida Dora. Como su amor no conoce límites, se las arregla para colarse sin ser visto en la sala de la megafonía del lugar para recordarle a su amada que no la olvida al ritmo de la Barcarola. Más hermosa, imposible.

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2 Comments

  1. Javier Ramon julio 8, 2013
  2. Mary Kowalski abril 11, 2014