Crítica | “Solo los amantes sobreviven”

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A veces da la sensación de que Jim Jarmusch ya no tiene mucho que contar y solo busca divertirse. Y mostrar al mundo sus referencias culturales. Solo los amantes sobreviven es una película plagada de guiños musicales y literarios, envuelta en la bruma de las noches de Detroit y Tánger. Más allá del tiempo. Adam (Tom Hiddleston) y Eve (Tilda Swinton) son dos seres atravesados en el ciclo de la vida, que viven la eternidad entre libros, guitarras y iPhones. Pero la nostalgia empieza hacer mella en uno de los personajes y fantasea con el final del camino.

La música toma las riendas desde el inicio de la película. No en vano, Adam es un hombre orquesta centrado en el rock lánguido. Es lo que se lleva. Su proveedor le acerca unas guitarras vintage en la primera escena. El cuidado y la fascinación con la que los dos personajes abren los estuches es la fórmula con la que Jarmusch afronta su cine: delicadeza, sofisticación, pequeñas píldoras irónicas y constantes (y aburridos) guiños culturales.

Y así trascurre Solo los amantes sobreviven, sin terminar de arrancar, pero envolviendo al espectador en un agradable manto poético. Jarmusch es capaz de ponerse pesadísimo a la hora de reivindicar a su ídolos y referentes artísticos. A veces parece que la trama de su película es una excusa para mostrar sus libros y discos preferidos. No será el primero ni el último director que cae en esta tentación. Es respetable, pero puede llegar a enervar al espectador.

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Cuando sale a la luz el verdadero trasfondo de la película (no leímos la sinopsis previamente, por supuesto) nos sorprendemos ligeramente. Por suerte, cuando Jarmusch deja de ponerse pesado, es capaz de elaborar escenas estéticamente fantásticas, con diálogos originales, y con un sentido del humor muy sano. Esto último es lo que más nos gusta de Jarmusch y lo que más nos gusta de la película.

Porque Adam y Eve son seres más allá del tiempo, pero podrían ser un par de yonquis millonarios y exánimes. Dos enamorados que se han amado durante siglos y que viven una crisis existencial. O bueno, quizás no sea para tanto. Jarmusch no se toma muy en serio su historia, y prefiere centrarse en el aspecto estético y en el tono.  En este sentido, los paseos en coche por un Detroit desierto, las visitas de Adam a su proveedor en el hospital, y la escena del bar son de lo mejor de la película.

La irrupción de Mia Masikovska trastocará los planes de la pareja protagonista que deben dejar de Detroit para volver a Tánger. Y como almas en pena, pasean por la noche buscando algo que saben que ya no van a poder encontrar. Pero siempre hay una alternativa… Hay que vivir, o lo que sea que hagamos…

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En el apartado interpretativo, Solo los amantes sobreviven pivota alrededor de dos figuras un poco marcianas que encajan perfectamente en sus respectivos papeles. Tom Hiddleston, famoso por su papel como Loki en Thor y otras cintas de superhéroes, y Tilda Swinton, una de esas actrices veneradas por el cine independiente, hasta el punto de haber trabajado con directores como Bela Tarr.

Tras algunos fiascos como la insoportable Flores Rotas, Jarmusch vuelve a ofrecer un producto interesante con Solo los amantes sobreviven. Es una cinta agradable, sofisticada y un poco engolada que seguro satisfará a muchos seguidores del cine independiente estadounidense.  Eso sí, no perdurará en el tiempo como Extraños en el paraíso o Dead Man.

Lo Mejor: El ritmo que crea la capa musical que envuelve toda la película. El sentido del humor. Buen final.

Lo Peor: Cuando Jarmusch se pone pesado. No está a la altura de sus mejores películas, tampoco de las peores…