Crítica: “Nebraska”

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Si tienes (o has tenido) padre (cosa bastante común) y te pilla en un día malo (o bueno, según se mire), Nebraska te puede dar una estocada. Nebraska te puede derrumbar. Una película que consiga eso, de entrada, no es mala. Pero además, la cinta de Alexander Payne tiene sentido del humor, buena música, planos sugestivos y actuaciones brillantes. Nebraska es, a nuestro juicio, la mejor película estadounidense de 2013. Superior, con margen, a Her, Mud o Prisoners.

No somos fanáticos del cine independiente estadounidense. No somos aficionados a Payne. Cuando oímos hablar de una película en blanco y negro del director de Entre copas, titulada además Nebraska, fruncimos el ceño. Son los prejuicios, ya se sabe. Y nada mejor que superar los prejuicios que viendo la peli en cuestión. Que sea ella quien frunza o desfrunza el ceño.

El cine independiente norteamericano también tiene sus lugares comunes, sus temáticas fetiches y sus pilotos automáticos. Muchos directores y guionistas se escudan en esa etiqueta para presentar mediocridades de tomo y lomo. Con optar por el blanco y negro algunos piensan que ya está medio trabajo hecho. Somos intelectuales… Pero es un hecho también que muchas de las mejores películas de las últimas décadas nacen al calor de la producción independiente estadounidense.

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Nebraska no es original en su propuesta. Ni mucho menos. No es difícil rastrear desde su inicio cintas recientes como Una historia verdadera. Nebraska no oculta sus referentes ni su trama. A los pocos minutos ya sabemos lo que nos va a contar. Pero tanto Payne como el desconocido guionista Bob Nelson manejan con mucho talento los tiempos de la historia. Nebraska crece cada minuto hasta conmovernos, hasta apoderarse de nosotros. El ceño se desfrunce por completo mirando a Woody Grant e hijo. Y mirando, sobre todo, hacia dentro.

Woody Grant, con sus curiosos andares, trata de salir de su ciudad en el norteño estado de Montana (donde nació Lynch, por cierto). Un policía le para y le lleva a la comisaria. Su hijo David va a recogerle. Woody cree que debe ir a Nebraska a recoger un premio. Sabemos que David, al final, acompañará al padre en su viaje. Atraviesan Dakota del Sur, pero Woody empina el codo y tiene un pequeño accidente… Nebraska tiene que esperar.

No vamos a descubrir nada nuevo, pero hay que decirlo. Bruce Dern está soberbio en su papel. Muchas veces nos llenamos la boca alabando a actores como Robert de Niro o Al Pacino. ¿Hace cuántos años uno de estos dos no interpreta un papel que no sea él mismo? Cuando De Niro fue Travis o cuando Pacino fue Montana, fueron Travis y Montana. Hace muchos años que son (solo) De Niro y Pacino.

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Bruce Dern es Woody Grant. Un viejo con un pie aquí y otro allá. Un alcohólico, un veterano, un trastornado, un marido. Un padre. Bruce Dern interpreta un papel, no se interpreta a sí mismo, eso actuación. Lo demás es mito, nostalgia, presencia física. Pero no actuación. No nos importan mucho los Oscars, pero será difícil encontrar una actuación mejor entre las nominaciones de este año, incluso por encima del gran McConaughey de Dallas Buyers Club.

¿Y June Squibb? Su papel, formidablemente dibujado en el guión, está planchado por la veterana actriz, también nominada como actriz de reparto. Por su parte, Will Forte cumple como hijo algo atolondrado pero sensible que hace lo que debe. Lo que todos deberíamos hacer. O haber hecho.

Nebraska ofrece además varias situaciones humorísticas que cumplen a la perfección su labor, rebajar el drama para no caer en el sentimentalismo. Las escenas familiares son brillantes, con dos o tres perlas para recordar.  Pero Nebraska es, esencialmente, un relato conmovedor sobre un padre, un hijo. Una familia. Un road-movie inspirado en los clásicos que será clásico.

Lo Mejor: Brillante equilibrio entre drama y comedia. El ritmo. La música. Las actuaciones de Bruce Dern y June Squibb.

Lo Peor: No es una historia original, pero no importa.