Crítica: “Mejor Otro Día”

A LONG WAY DOWN

NOTA: 6

Hay películas que nacen marcadas por un destino trágico. Llegan caminando solas hasta las salas de cine, y solas se van. Su paseo por las taquillas es un triste vagar, sabiendo que morirán demasiado pronto y nadie se acordará de ellas. Injusto destino en algunos casos como el que hoy nos ocupa. “Mejor otro día” probablemente (ojalá me equivoque) pase por las carteleras de nuestro país con más pena que gloria y la razón es bien simple: el enorme grupo de espectadores que podría disfrutarla carece del suficiente volumen de voz como para hacerse oír. Disuadidos por quienes consideran que la adaptación de un libro ha de ser fiel a su contenido original y quienes cargan sus tintas contra una cinta sin más aspiraciones que las de resultar agradable, mucha gente echará a perder la posibilidad de sonreír de manera permanente durante noventa minutos. Y eso, en los tiempos que corren no parece muy sensato.

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Los destinos de los cuatro protagonistas de “Mejor otro día” se cruzan una fría nochevieja en la azotea del edificio predilecto de los suicidas de Londres. Cuatro individuos con centenares de diferencias, unidos solo por el hecho de que la soledad se ha convertido en demasiado pesada para todos ellos en el mismo lugar y en la misma fracción de tiempo. Un alarde de humor negro por parte de la vida, que crea un extraño vínculo entre los cuatro. 3De hecho, deciden hacer un pacto: concederle una oportunidad al mundo terrenal durante seis semanas, hasta la “crítica” fecha de San Valentín. De esa premisa cargada de mala baba surge una comedia agridulce, pero muy alejada de ese brillante tono inicial.

Demasiado convencional durante la mayor parte del tiempo, “Mejor otro día” posiblemente no esté a la altura de las expectativas creadas en su primer cuarto de hora, pero esto no es óbice para no disfrutar de lo que el bueno de Pascal Chaumeil nos ofrece. Si algo se le puede objetar a la cinta es la falsa apariencia creada con su secuencia de apertura y cierta carencia de lógica en los impulsos suicidas de alguno de los protagonistas. Sea como fuere, poco adecuado parece buscar la racionalidad latente en el impulso de quitarse la vida. Incluso me atrevería a recomendarles que le den un descanso a su racionalismo durante un rato (no desechen la posibilidad de que la misteriosa muerte de Descartes fuese por sobrecalentamiento cerebral). Pongan su tiempo en manos de los geniales Pierce Brosnan, Tony Collette, Imogen Poots y Aaron Paul y entréguense al lado amable de la vida.

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Tomen la película como lo que es: una comedia sobre personas tiernas que sufren, pero que encuentran los unos en los otros todo lo necesario para tapar los agujeros que están haciendo que sus barcos se hundan. En estos tiempos en que los que resulta que a Batman le gusta filosofar sobre lo traumático de la existencia y el mismísimo Antonio Alcántara se ha aficionado a irse de picos pardos parece estar mal visto realizar un enfoque blanco del mundo. ¡Pués yo me niego! Dejen sitio para películas como “Mejor otro día”, una de esas cintas que hacen sentir bien. Cuatro suicidas que te salvan la vida durante noventa minutos. ¿No es suficiente ironía?

Héctor Fernández Cachón

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  1. Mary Kowalski abril 11, 2014