Crítica | La gran mentira de “Whiplash”

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Soy carne de cañón con las películas sobre música y había oído hablar muy bien de Whiplash, Oscars incluidos. Así que tras American Sniper y con varias horas por delante para seguir viendo películas aposté sobre seguro. “¿Una película sobre un batería? Buff, me gusta fijo.”

No se puede negar que la cinta de Chazelle tiene un punto de originalidad, que abordaremos después, pero en conjunto es decepcionante. Por varios motivos, principalmente porque abusa del efectismo y se aleja demasiado de la realidad. No soy un experto en jazz, pero no son pocos los músicos que critican abiertamente la orientación de la película. Al final, el jazz, la música, no es el centro de la película, como yo imaginé, es una simple excusa para especular sobre el éxito y el camino que lleva a él.

El tipo podría ser batería, pero también costurero o barman. ¿Qué más da? “Si quieres ser el mejor costurero of the world a la altura del mítico Bird de las costuras, tienes que trabajar día y noche, nunca darte por vencido, sufrir todo tipo de humillaciones de tu maestro costurero, porque en realidad lo hace para motivarte, porque sabe que llevas dentro el genio. Si no te suicidas antes, marcarás una época en el mundo de las costuras”. Venga, a otro con esa mandanga. Que aburrís.

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En realidad es todo muy americano, muy estadounidense. La cultura del esfuerzo (mal entendido), el sacrificio por el arte, cuánto más me sacrifico mejor soy, y bla bla blas infinitos. Decía Borges que dichosos son los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria. Ya basta de falsos mitos sobre el arte. Me aburro. No hace falta sufrir tanto para rozar la gloria. Lo dice alguien que ha sufrido mucho, no sé si…

Pero nos la pone dura que la gente sufra para conseguir sus objetivos. Y si hay humillaciones y sangre, pues mejor. Y si el costurero tiene un accidente de tráfico pero se arrastra hasta la sastrería, porque hay concurso de talentos, pues venga, otra ronda…

Chazelle quiere mostrar su idea de la genialidad artística. Y está llena de lugares comunes y efectos pirotécnicos. No hay nada nuevo en su visión del nacimiento de un genio. Casi todos los biopics sobre grandes talentos musicales tienen su buena ración de dolor extremo. El ser humano sigue agarrándose a la idea de que el sufrimiento no solo es bueno, si no que es imprescindible para crecer en el arte o en cualquier otro ámbito.

¿Realmente nos gustan los cuadros de Van Gogh? ¿O nos fascina que se cortara la oreja y estuviese tarao? ¿Si Cezanne se hubiese cortado un huevo sería más famoso? No te digo yo que no.

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Whiplash es una película muy intensa, y esa intensidad es la que la mantiene viva. Chazelle mantiene el pulso alto y lo contagia al espectador. Pero cuando el efecto “jo que miedo da el profe” se pasa caemos en la cuenta de que Chazelle utiliza la intensidad también para que nos olvidemos del truco. Y el truco es bastante vulgar. Un sargento de hierro del jazz que quiere convertir a su pupilo en el marine con los huevos más grandes de la orquesta. Todo porque a Bird casi le cortan el cuello con un plato. ¿Si no le hubiesen lanzado ese plato, Bird no hubiese sido Bird? Venga, flipao.

Ya aceptada que la película es un gran truco, disfrutamos de la última parte, en la que Chazelle vuelve a mostrar que sabe de qué va esto. Conoce los mecanismos para engatusar al espectador finalizando la película en el mismo clímax. Un gran final para una gran mentira divertida. Pero mentira, al fin y al cabo.

Lo Mejor: la intensidad, el final.

Lo Peor. Artificiosa a más no poder. La idea del genio y del aprendizaje artístico que muestra la película es falsa. Y peligrosa.

Escrito por David Rubio para Alucine.es

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  1. TOMMY enero 2, 2016