Crítica: “El hombre de las mil caras”

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Nota: 8

Alberto Rodríguez es uno de esos tipos cuyo nombre es difícilmente recordable por lo común del mismo. Seguro que hay varios miles de “Albertos Rodríguez” repartidos por toda nuestra geografía. Pero hay un detalle fundamental que le diferencia del resto, y es que su talento esta marcando un antes y un después dentro de la historia del cine español. Seguro que es más fácil ser recordado con un apellido tan adecuado e inusual como Amenábar o Bayona, pero firmar cinco películas tan brillantes de forma consecutiva obliga a que cualquier amante del séptimo arte se aprenda tu nombre.

“7 virgenes”, “After”, “Grupo 7”, “La isla mínima” y, ahora, “El hombre de las mil caras”. Pocas veces se ha visto a un tipo en semejante cresta creativa. Si además resulta que la armonía de movimientos se da en estilos de baile tan distintos, realmente empezamos a pensar que la cosa no tiene fin. Puede que sus anteriores trabajos resultasen más ágiles y entretenidos, pero porque la temática se prestaba. Los espías españoles no son gente que luzca demasiado, pero Alberto Rodríguez acaba de construir la mejor cinta de espías que jamás se haya facturado en nuestro país.

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Aquí no hay disparos o persecuciones. Esto funciona de otra forma. Hay pasadores de corbata y humo de cigarro. Palabras contundentes que salen de bocas situadas bajo las pálidas miradas de personajes hipócritas. Es la historia de un tramposo llamado Francisco Paesa, de un mal recuerdo llamado Luis Roldán y de unos políticos españoles que siempre han hecho gala de su escasa altura. Como diría aquel, “las cloacas del Estado”. Sobre esos personajes atrozmente reales se construye un relato farragoso en algunas ocasiones, pero gestionado con poderosa maestría. Y es que “El hombre de las mil caras” es el espejo de una sociedad española que se asusta de su mismo reflejo.

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En medio de toda esa tensión latente, lo que emerge es la imponente figura de Eduard Fernández. Desde hace muchos años, el actor catalán lleva demostrando que es uno de los más grandes talentos de nuestro país. Cada uno de sus trabajos se convierte en una clase magistral digna de estudio en las escuelas de interpretación. Su Paesa es un personaje inolvidable, como lo es el Luis Roldán de Carlos Santos. Lo que nos muestran hace de “El hombre de las mil caras” una interesante película del cine patrio. Lo que nos sugieren, la convierte en una joya.

Héctor Fernández Cachón