Crítica | “Gabrielle”

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Tras su paso por el Festival de Cine de Gijón, llega a las pantallas de los cines españolas, a algunas al menos, la arriesgada propuesta de la cineasta Louis Archambault. Gabrielle  es la historia de una chica de poco más de 20 años afectada por una disminución psíquica que no le impide tener deseos y anhelos y reivindicar su lugar en el mundo.

Y decimos que es una propuesta arriesgada porque la relación que tenemos las personas “normales” con los disminuidos psíquicos es bastante extraña. ¿Qué sentimos cuando uno de ellos se sienta al lado nuestro en el metro o en cualquier otra parte? ¿Puede ser incomodidad?  Podrían ser más cosas y que sonaran peor. Es probable que lo que sintamos, al menos los menos dotados para el disimulo, sea lo mismo que ante cualquier cosa que nos muestra el lado amargo de la vida. No queremos tener nada feo cerca, no vaya ser que nos demos cuenta de lo feos que somos nosotros también.

Tener alguna deficiencia psíquica no es una bendición, es una putada. También para los familiares. Podemos ponernos finos, y edulcorar todo este asunto, pero no… Por suerte, la sociedad parece haber avanzado en este aspecto y ofrece unas perspectivas más halagüeñas a las personas con disminuciones o enfermedades psíquicas y también para sus familias. Pero sigue siendo una putada. Aquí y en Montreal.

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Gabrielle gira en torno a los deseos de una chica de convertirse en mujer, con todo lo que ello conlleva. Quiere que la dejen amar, que la dejen tomar sus decisiones, que le permitan tener novio y hacer con él lo que su cuerpo le pide. Quiere un apartamento propio. Como reivindicó la Woolf en su día, Gabrielle también reclama su espacio, su espacio para ser. Y crecer. Sin él, sin un espacio propio, no podemos avanzar. Gabrielle tampoco.

Las demandas de la protagonista de esta película son las demandas de cualquier persona. Su caso particular le permite tener conciencia de su diferencia, pero también de sus puntos en común con el resto. Su hermana es su espejo. Y quiere vivir como vive ella: libre, tomando decisiones, preparando sándwiches, y yendo a por la leche. Y haciéndolo, si apetece.

La buena dirección de Louis Archambault nos permite empatizar con su personaje principal tras superar la barrera de incomodidad inicial, sobre todo si llegas desprevenido (intentamos tener la menor información posible sobre las películas que vamos a ver, una buena costumbre). Cuando Gabrielle decide vivir un día a su aire siente lo que sentimos todos cuando nos enfrentamos a lo desconocido: miedo, ansiedad y excitación. No sabes lo que te espera ahí fuera. Pero Gabrielle ya ha tomado su decisión. Suerte.

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La película de Louis Archambault se llevó varios premios en el Festival de Toronto, incluyendo mejor película y actriz. No nos olvidemos que Gabrielle Marion-Rivard, la actriz protagonista, padece una disminución física. No así su compañero de reparto cuya actuación no es tan satisfactoria.

Gabrielle es una  película recomendable que aborda una cuestión polémica sin efectismos ni grandes dramas. Cine con mensaje, pero bien expuesto.

Lo Mejor: Trata un tema delicado y lo plantea bastante bien narrativamente. La escena del autobús.

Lo Peor: Tal vez sea algo larga. La actuación del novio de Gabrielle no es muy creíble.