Crítica | “Espacio interior”

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Para encontrar buen cine hay que esforzarse un poco. Cada vez lo tenemos más claro. Si solo atendemos a las megaproducciones hollywoodienses estamos más que jodidos. Por suerte, son muchas las industrias cinematográficas que crecen día a día, especialmente en países asiáticos. Otra opción, más conservadora, es caer en el pasadismo. Para eso ya tenemos las mejores películas de la historia. Pero no somos de esos que dice que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Lo que sucede es que el buen cine suele vencer al paso del tiempo.

¿Vencerá al paso del tiempo Espacio interior? No, pero tampoco lo pretende. Como digo, para encontrar buen cine hay que esforzarse, y no vale solo con salir de Hollywood. En Estados Unidos también se hacen películas fantásticas y en el resto del mundo se hace cine prescindible. Ya sabemos, “de cada 100 estrenos, uno es bueno”, que dijo un director. Solo hay que esperar.

Espacio Interior no es gran cosa, pero tampoco es mala. Vamos a explicarnos.

La película de Kai Parlange Tessman pone en imágenes una historia real: el secuestro de un arquitecto y miembro de una familia de constructores en México a principios de los 90. Al inicio de la cinta vemos a su protagonista terminar un maratón. La analogía que prepara su director es diáfana. El maratón más largo de su vida acaba de empezar.

Espacio interior es una película de género, sin grandes ambiciones, que aspira a ofrecer una lección de superación de una situación extrema. Se trata, por tanto, de una película moral. Ese aspecto es un arma de doble filo. No me gustan las películas que buscan aleccionar, sobre cualquier vertiente de la vida. En la cinta de Parlange Tessman hay un poco de curso acelerado de autoayuda, adobado con fe religiosa.

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Aquí, debemos detenernos. El espectador español es diferente al espectador latinoamericano. Igual nos vamos a meter en problemas… La ascendencia del Cristianismo, más concretamente del Catolicismo, en los países latinoamericanos es mucho mayor que en España, generalizando, claro, y refiriéndome a la actualidad. Escuchar a un personaje rezar un Padre Nuestro dispara diferentes reacciones. En España está “pasado de moda”, el español medio es relativista y poco religioso. El Padre Nuestro es de otro tiempo, El Ave María huele a cura pederasta y convento de muros gruesos. En México, es otra historia.

Por eso, la motivación, la fuerza interior que saca Lázaro para no derrumbarse, esencialmente apoyada en su familia, en su trabajo y en la fe, puede extrañar a muchos espectadores. Otra cosa es que Lázaro se apoyase en el hinduismo, el budismo o Mahoma. En ese caso, resultaría más exótico y respetable. Pero la religión católica pasa por su peor momento en países como España. La religión católica es la que menos mola… Y todo ello puede perjudicar a la hora de empatizar con el personaje.

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En mi caso, me parece una caracterización verosímil. Lázaro es un personaje creíble, tal vez idealizado, pero un personaje posible, que de eso se trata, al fin y al cabo, en el mundo de la ficción realista. Menos me gusta la fase de la película en la que se intercalan los sueños del protagonista. Rodados con dudoso gusto, restan potencia a la película, rebajan la angustia, y edulcoran la evolución de la trama.

Es decir, entiendo que el personaje sea religioso, pero no me alecciones. Gracias. O si quieres mostrarnos los sueños del personaje, las vías de escape del secuestrado en un zulo de 3×2, hazlo con un poco más de originalidad. Los sueños no son así, ni siquiera cuando se sueña despierto…

Cuando llegamos a la fase final de la película, estamos al borde del rechazo. El personaje nos empieza a cansar y deseamos que la cosa se resuelva. Y lo hace. Espacio interior se resuelve con acierto y eficacia y ahora, sí, con oficio por parte del director. Una última secuencia de gran tensión, nos recupera para la causa y nos hace salir de la película con buenas sensaciones. Y no, no hay final de abrazos y lágrimas. Gracias.

Lo Mejor: la secuencia final. El esfuerzo por ofrecer un producto eficaz con poco presupuesto.

Lo Peor: tendencia a la lección de autoayuda. Las escenas de exteriores son pobres, tanto estética como significativamente.

Escrito por David Rubio para Alucine

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