Crítica: “Dom Hemingway”

6

Nota: 6,5

Seamos coherentes. Los cinco primeros minutos de “Dom Hemingway” nos muestran a Jude Law en un plano medio entonando a gritos una oda a su pene, con su orondo y sudoroso torso al aire, mientras le practican una felación. Cinco minutos de intenso monólogo que sirven como perfecta carta de presentación de lo que nos va a ofrecer la nueva cinta de Richard Shepard (“Descubriendo a John Cazale”) y de lo que nos tiene preparado su protagonista, el inefable Dom Hemingway que da nombre a la cinta.

Sin hacer demasiado ruido, “Dom Hemingway” se planta en nuestras carteleras con una propuesta cinematográfica nada despreciable. Carece de ambiciones desmedidas y jamás se postula como adalid de la genialidad. Su único interés es el de regalarnos noventa minutos de frenetismo con su excesivo y chillón protagonista. Dom Hemingway ha pasado 12 años en prisión fiel al código de honor entre criminales de no ser un chivato. Pasado ese tiempo, lejos de buscar algún tipo de venganza, solo pretende que se le premie por un silencio que el bueno de Dom ha considerado como una inversión. Lo que ocurre es que nada más poner el pie en la calle, Dom quiere comenzar a recuperar esos doce años perdidos en su vida. Una vida en la que cada día era con un año para el común de los mortales. Así las cosas, el retorno del gran Dom Hemingway dará mucho que hablar.

7

“Alocada”, “delirante” o “atronadora” son calificativos que vienen a la mente durante muchos pasajes del filme. Con un Jude Law tan magnífico como pasado de rosca y un buen puñado de secundarios gloriosos (mención especial para Richard E. Grant y Demian Bichir), “Don Hemingway” oculta más que de lo que su excesiva puesta en escena podría deducir. El hecho de que su táctica de rizar el rizo resulte, en muchas ocasiones desacertada no debe impedir que nos fijemos en que “Dom Hemingway” es “Días sin Huella” (Billy Wilder, 1945) después de de tomarse media docena de pastillas de speed. Dom solo lucha contra sí mismo. Es su propio antagonista. Un hombre consciente de que cada paso en su vida le ha conducido a un mundo ruinoso. Le pasa lo que a todo el mundo: se ha dado cuenta de sus errores demasiado tarde. Todo lo que le rodea es desmesurado. Claro que si. Pero tanto ruido alrededor es la forma de no escuchar a su interior.

9

“Dom Hemingway” es una película sencilla. Es solo la historia de un perdedor en busca de redención. El camino que toma es divertido, disfrutable y, a pesar de lo rotundo de su lenguaje, nunca llega a convertirse en soez. Probablemente sea imperfecta en gran parte de sus secuencias, pero la pulcritud y la excelencia narrativa no sería propia de una cinta que tiene a Dom Hemingway como protagonista.

Héctor Fernández Cachón