Crítica: “Amor en su punto”

5

 

NOTA: 5,5

Cuando llega una película que tiene a la comida como elemento fundamental, existe la norma no escrita de que todos debemos hacer metáforas culinarias. Los ingredientes, el menú, el plato… ¡Lo que sobran son posibilidades! Pues bien, nosotros vamos a hacer la nuestra ahora, siendo la primera y la última de todo el texto: “Amor en su Punto” propone la degustación de salsa agridulce sobre cama de comedia romántica. ¡Toma ya! ¡Bien chula que ha quedado! Dicho esto, vamos al lío.

6

Un servidor es de esas personas a las que se conquista por el estómago. Incondicionalmente enamorado de filmes como “Bon appetit” o, sobre todo “Ratatouille”, cualquier argumento que haga de la comida y su degustación un pilar fundamental tiene todas las de ganar. Por eso, la historia de Oiver (Richard Coyle), un afamado escritor gastronómico irlandés cuya exitosa vida profesional contrasta con su desafortunada vida personal es, de partida, música para mis oídos. Si el bueno de Oliver es incapaz de encontrar a una pareja que le llene tanto como un buen entrecote de buey con su guarnición de verduras, la comprensión aumente. Comprensión que se dispara cuando Oliver solo es capaz de entregar las armas ante una española llamada Bibiana, con el rostro de nuestra Leonor Watling. ¡Qué maravilla de película se puede hacer con una buena comida y Leonor Watling! El problema es que el resultado es solo agradable.

4

Muchas veces se suele oír eso de que en el cine está todo inventado. Como espectador no resulta especialmente trascendente pronunciar estas palabra, pero como creativo si. Partir de esta premisa errónea al escribir un guión o al sentarte tras las cámaras nos lleva como consecuencia inmediata al horrible mundo de los lugares comunes. Ese camino por el que circula, salvo en contadas excepciones “Amor en su punto”. Teresa de Pelegrí y Dominic Harari carecen de la ambición necesaria que podría haber convertido a “Amor en su punto” en una de las sorpresas más agradables del año. Cada vez que parece proponer el salto de calidad deseado, vuelve a aferrarse a un excesivo conservadurismo o permite nuevamente la sobreactuación de algunos personajes y lo inverosímil de ciertas situaciones. Así transcurren los minutos de película mientras esperamos que algo nos sorprenda.

7

Sea como fuere, “Amor en su punto” no cambiará el mundo ni nos marcará trascendentalmente, pero nos ofrece un agradable menú con dos platos realmente sabrosos como son Leonor Watling y Richard Coyle (he vuelto a las metáforas culinarias. No tengo principios). Y como no todos los días se puede comer en El Celler de Can Roca, donde estén unos buenos huevos con patatas…

Héctor Fernández Cachón