Crítica: “Amanece en Edimburgo”

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Nota: 7

Edimburgo es, como toda Escocia, gris y húmeda. A pocas personas se les podría ocurrir que esa falta de luz tan esencialmente melancólica podría convertirse en el contexto ideal para levantar una de las cintas más agradables de los últimos tiempos. De repente, sus calles se convierten en el lugar propicio para bailar, cantar y amar. Tan sorprendente resulta 4una Edimburgo llena de luz y color, como un Dexter Fletcher rodando un alegre musical, porque “Amanece en Edimburgo” es, sobre todo alegría.

¿Os acordáis del Soap de “Lock & Stock” (Guy Ritchie, 1998)? Pues ese señor es Dexter Fletcher. Magnífico actor con pinta de capo del East End, resulta que el bueno de Fletcher es un director inmenso. Lo demostraba hace tres años con la genial “Wild Bill”, una cinta más propia de las películas en las que ha participado como actor, pero ahora con “Amanece en Edimburgo”, este londinense nos demuestra que se le dan bien hasta los musicales con acento escocés. La historia es tan simple, como honesta. Familia y amigos. Pubs y canciones. Sueños, amores y desamores. Aquí nadie pretende refundar las bases del cine moderno.Toda la maquinaria funciona con el único fin de lograr un resultado: hacernos sentir bien. Enhorabuena amigo Fletcher, has conseguido tu objetivo.

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Los cómplices de lograr lograr convertir “Amanece en Edimburgo” en tan hermosa experiencia tiene nombre y apellidos. George MacKay, Kevin Guthirie, Freya Mavor y Antonia Thomas con la inestimable ayuda de Jane Horrocks y Jason Flemyng. Todos ellos se entregan a la empresa del “buenrollismo” en cuerpo y alma. Pero, por encima de todos se eleva la imponente figura de ese señor que responde al nombre de Peter Mullan. Con su rostro adusto, una mirada penetrante y las arrugas que dibuja el frío de Peterhead, resulta que el “Tiranosaurio” canta igual que interpreta: sobrio y profundo. Es uno de los grandes, y cada día más.

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La vida es cuestión de prioridades. Ustedes juzgarán cuanto están dispuestos por una sonrisa de más de cien minutos. Eso es lo que ofrece “Amanece en Edimburgo” por un precio aproximado de ocho euros. Sea como fuere, dejar pasar una oferta tan atractiva se antoja demasiada insensatez…

Héctor Fernández Cachón