Aquel desastre legendario titulado “La isla de las cabezas cortadas”

Hay desastres de tal calando que dejan temblando a todos los implicados. Da igual que seas una de las estrellas más importantes de la industria, porque no hay salvación.

El mundo era suyo. Guapa, simpática, con talento… El público la adoraba y los grandes estudios se daban de tortas por contratarla. Sin embargo, el destino tenía una jugarreta cruel reservada para Geena Davis.

Fue una película de piratas la que se llevó por delante la brillante carrera de la encantadora actriz, pero también la de la estrella en ciernes Matthew Modine, cuya trayectoria quedó lejos de volar a la altura de lo esperado. Hasta ese año 1995 en el que tomaron la horrible decisión de participar en la cinta de Renny Harlin La isla de las cabezas cortadas, Davis contaba con un palmarés repleto de premios (incluido el Oscar por El turista accidental) y de éxitos de crítica y público (TootsieLa moscaBeetlejuice o Thelma y Louise). La isla de las cabezas cortadas resultaba uno de los mayores desastres comerciales y creativos de la década, acabando de manera fulminante con la carrera de su protagonista Geena Davis. Cualquiera pensaría que una intérprete de su talento volvería a lo más alto, pero nada más lejos de la realidad.

La pirata Morgan Adams y su esclavo, William Shaw, emprenden la búsqueda de los tres fragmentos necesarios para reconstruir el mapa de un tesoro. Por desgracia, su cruel tío Dawg es el propietario del último trozo. Como la tripulación no considera que tenga dotes de mando, Adams, antes de iniciar la aventura, tendrá que sofocar un conato de motín. La situación se complicará aún más cuando la Corona Británica trate de acabar con sus incursiones.

La verdad es que La isla de las cabezas cortadas no estaba del todo mal, pero se ve que los piratas no atravesaban su mejor momento allá por 1995. La cinta de aventuras costaba 115 millones de dólares, pero el público respondía con unos pírricos 18, 5 millones. Efectivamente, esto supuso unas pérdidas de 96,5 millones. Un descalabro tan brutal que todavía retumba.