Las protestas no violentas tienen el doble de probabilidad de tener éxito que los conflictos armados, y solo que participe un mínimo del 3,5% de la población, se logrará el cambio al que se aspira.
El poder del pueblo, pues, puede ser profundamente antidemocrático cuando se basa en las protestas, las manifestaciones y las presiones: básicamente una minoría puede imponer su criterio a una mayoría.
El poder de las minorías
Según un estudio que analiza el periodo 1900-2006, realizado por Erica Chenoweth, politóloga de la Universidad de Harvard, los movimientos no violentos consiguen el cambio político con el doble de frecuencia que los violentos (53% frente a 26%) y cuando consiguen implicar al 3,5% de la población no han fallado nunca en conseguir el cambio.
El estudio recopiló datos de 323 campañas violentas y no violentas. Y sus resultados, que fueron publicados en su libro Why Civil Resistance Works: The Strategic Logic of Nonviolent Conflict.