"Vemos complicado que los mercados reaccionen al alza"

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CapitalBolsa
Capitalbolsa | 28 feb, 2020 09:01
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En poco más de una semana los inversores han pasado de la complacencia absoluta en relación al potencial impacto económico de una posible pandemia provocada por el Covid-19 a descontar el peor de los escenarios: una recesión global. Así, en pocos días los principales índices mundiales han pasado de marcar máximos históricos o multianuales a entrar en fase correctiva (caída del 10% desde el último máximo).

En el caso concreto del S&P 500, que pierde ya el 12% desde su reciente máximo histórico, la brusca caída desde ese nivel hasta entrar en zona de corrección se ha producido en el menor espacio de tiempo en su historia.

AYER la sesión volvió a ser muy dura en las bolsas mundiales, especialmente en las europeas y estadounidenses, con los inversores reduciendo a marchas forzadas sus posiciones de riesgo, concretamente en renta variable y en bonos periféricos (hablaremos de este hecho más adelante), algo que se está haciendo de forma indiscriminada en términos sectoriales, algo que entendemos está muy relacionado con la gestión pasiva, por la que los inversores invierten en el mercado a través de ETFs de los índices o de fondos indexados a los mismos. Por su parte, los bonos soberanos, especialmente los de los países considerados más solventes como EEUU o Alemania, están sirviendo de refugio a muchos inversores, lo que llevó AYER a las rentabilidades de los bonos a 10 años de estos países a marcar nuevos mínimos históricos. Sin embargo, en este caso los inversores sí están siendo muy selectivos, y están deshaciendo posiciones en bonos de los países que consideran menos preparados desde un punto de vista fiscal (mayores déficits públicos y elevados endeudamientos) para afrontar una nueva crisis económica, como es el caso de los de la periferia del euro. Así, AYER los bonos españoles, italianos, portugueses, irlandeses y griegos también fueron castigados por los inversores, lo que conllevó un significativo repunte de sus rentabilidades y de las primas de riesgo de estos países. El precio del oro, por su parte, volvió a subir, mientras que el del crudo siguió bajando, profundizando aún más en el mercado bajista en el que entró hace unas semanas (caídas de más del 20% desde su último máximo). El temor a que una desaceleración del crecimiento económico global afecte a un mercado ya de por sí con sobreoferta está haciendo estragos en el precio de esta materia prima, lo que está penalizando en bolsa a los valores relacionados directa (petroleras) e indirectamente (ingenierías, fabricantes de tubos, fabricantes de acero, etc.) con la misma.

En estos momentos señalar un punto en el que los mercados podrían encontrar un soporte es casi imposible. El hecho de que “ahora” un elevado número de empresas estén revisando a la baja sus expectativas de resultados para el ejercicio tampoco ayuda a ello. Tampoco lo hace cómo se está gestionando a nivel político y de información la crisis sanitaria, dando la sensación en muchos casos de que el mundo se enfrenta a un virus tan letal como el ébola, algo que, según lo que se nos está transmitiendo no es así, ya que el coronavirus parece que tiene en muchos casos los efectos de una gripe benigna, mientras que en la menor parte de ellos puede derivar en neumonía, sobre todo entre la población mayor o con menores defensas. Pero lo cierto es que sigue habiendo muchas incógnitas que las autoridades con su política de comunicación y sus actuaciones no están siendo capaces de aclarar -AYER Japón cerró los colegios hasta finales de marzo, mientras que en países como Singapur o Hong Kong se está multando o, incluso, encarcelando a las personas que no respetan la cuarentena; en California el gobernador anunció que están monitorizando a 8.400 personas que han llegado en avión al estado-, lo que está llevando a los inversores a reducir sus posiciones de riesgo y a esperar a ver en qué deriva finalmente la situación. El dinero, ya se sabe, es el “animal más miedoso del mundo”.

De momento los que parecen que están actuando de forma más cautelosa ante la crisis sanitaria son los bancos centrales. El Banco de Corea, uno de los países más afectados por el coronavirus -los nuevos casos detectados AYER en Corea del Sur superaron a los nuevos casos en China-, optó hace dos días por no bajar su tasas de interés de referencia, mientras que AYER la presidenta del BCE, la francesa Lagarde, dijo que la institución estaba monitorizando el brote "con mucho cuidado", pero que éste aún no estaba en la etapa en que tendría un impacto duradero en la inflación y, por lo tanto, requeriría una respuesta de política monetaria. Igualmente, numerosos miembros de la Reserva Federal (Fed), a pesar de no restar importancia a la crisis sanitaria, han optado por esperar y ver el desarrollo de la epidemia antes de decidirse a actuar. Sin embargo, los inversores no parecen estar de acuerdo con esta posición de los bancos centrales y descuentan nuevas actuaciones de forma inmediata. Así, la probabilidad que dan los futuros a que la Fed baje sus tasas de interés de referencia en un cuarto de punto porcentual en la próxima reunión de su Comité de Mercado Abierto (FOMC), que se celebrará en marzo (días 17 y 18), es del 72% (9% hace sólo una semana). Además, estos futuros reflejan con una probabilidad del 83% que la Fed recortará al menos hasta en medio punto porcentual sus tipos de interés de referencia para finales de julio, mientras que dan una probabilidad del 46% a que el recorte sea ya entonces de 0,75 puntos porcentuales. En este sentido, señalar que la rentabilidad del bono 10 años estadounidense se encuentra ya muy por debajo de la tasa de interés de referencia de la Fed, lo que suele forzar a ésta a reducir la misma.

De momento, vemos complicado que los mercados reaccionen al alza, siendo lo más factible que sigan cayendo. Así, y como hemos repetido en muchas ocasiones, hasta que no se encuentre un tratamiento efectivo para la enfermedad, primero -la biotecnológica estadounidense Gilead está avanzando en ello-, y una vacuna, después, los inversores van a seguir muy intranquilos, porque vemos complicado que dejen de aparecer nuevos casos de contagio o que estos se estabilicen, al menos en el corto plazo. Lo que no tenemos muy claro, ya que no somos expertos ni epidemiólogos, es si a estas alturas “no está siendo peor el remedio que la enfermedad”.

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