The Crown

The Crown o cómo superarse a sí misma gracias a su segunda temporada

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¡¡¡ES UNA REVIEW GENERAL DE LA SEGUNDA TEMPORADA. CONTIENE SPOILERS!!!!

Desde que Netflix lanzara su drama real The Crown, los fans llevan tiempo esperando con ganas su segunda temporada que el servicio streaming lanza por fin el 6 de Diciembre, y de la que ya podemos avanzaros ahora que no os va a decepcionar para nada.

Por fin vemos de nuevo a Claire Foy y Matt Smith como la Reina Isabel y el Príncipe Felipe, y la buena noticia es que la serie es tan grande como ya fue con la primera temporada.

Lo que eleva a The Crown más allá de su primera temporada es que estamos ante un drama histórico que de un modo más honesto que antes, muestra relaciones complejas que de hecho el creador Peter Morgan ya toca en los primeros episodios en la segunda temporada de modo que no podemos decir que esta tenga un comienzo suave.

Cuando arranca la nueva temporada damos un buen salto en el tiempo con respecto a la primera dado que estamos ahora en 1956, Elizabeth y Philip están llegando a su décimo aniversario, aunque el matrimonio real no pasa para nada por un buen momento. Las cosas están tensas. Las rumores de infidelidades del Príncipe Felipe están más latentes que nunca, la Reina se siente humillada y el Palacio de Buckingham combate la amenaza del escándalo público.

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Durante los próximos siete años vemos los picos y bajadas de su matrimonio. Y eso se traduce en discusiones y momentos silencioso que Foy ejecuta de manera magistral (con esa cara parece decirlo todo), pero además se ve en su rostro dolor, uno que es profundo y que contrasta también con momentos de la pareja que todavía son felices e incluso divertidos. La cara y la cruz de una relación que por muy de la realeza que sea no deja de ser la de un matrimonio al uso. A pesar de todo se nota que el amor entre ellos existe y de manera sorprendente se podría decir que es más fuerte que nunca.

Un punto culminante en particular es cuando Philip jugando con su esposa embarazada, la anima a fingir que tira una pinta como una camarera y la hace reír. Es una representación muy humana de lo que sigue siendo un matrimonio muy privado.

Hablando de personajes complejos y notorios, la princesa Margaret también irrumpe en la vida esta temporada tras el final de su relación «prohibida» con el capitán Townsend en la primera entrega.

Vanessa Kirby está aún mejor en la segunda temporada ya que la vulnerabilidad y la ira de Margaret salen con toda su fuerza. Ella es divertida pero difícil, adorable pero detestable, bebe demasiado y es  demasiado dramática con su hermana y eso la convierte en uno de esos personajes que «roban» la escena cada vez que aparece en pantalla. Luego conocemos al encantador fotógrafo de la sociedad Antony Armstrong-Jones interpretado por Matthew Goode que se convierte en el nuevo amor de la princesa confirmando que ella nunca se enamoraría de alguien convencional.

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El creador Peter Morgan, prometió que la segunda temporada «comenzaría a centrarse en Charles cuando era niño y su educación, y en Philip y en su historia». Pero ¿quién sabía que sería capaz de convertir incluso a Charles en un personaje tan comprensivo? Esta es una historia con el poder de llevar  hasta a los más contrarios a la monarquía hasta las lágrimas.

Durante la mayor parte de la serie, el pequeño heredero de orejas grandes se esconde tímidamente en la parte de atrás de la trama, pero en el penúltimo episodio se ve empujado al centro de la historia mientras su padre intenta endurecerlo. Al mismo tiempo nos sumergimos en la propia niñez problemática de Philip (interpretada con una extraordinaria profundidad emocional por el joven actor Finn Elliot) y así comprendemos mejor el hombre en el que se convirtió.

Pero la verdadera tragedia es el abismo entre ellos: un padre que no ama a su hijo por el niño que es, y un hijo que nunca estará a la altura de las expectativas de su padre.

Este sería un poderoso drama emocional en cualquier familia. En The Crown, por supuesto, el dolor personal se enfrenta al desastre nacional.

Entre 1956 y 1963 el país tiene tres primeros ministros (Anthony Eden, Harold Macmillan, Alec Douglas-Home) y se tambalea de una crisis a otra: de Suez a Profumo y todo lo demás. Las actitudes hacia la monarquía están cambiando y la familia real debe adaptarse.

Ver la monarquía en este contexto es fascinante, pero una palabra de advertencia: si la hagiografía en la primera temporada fue un poco difícil de tragar, la segunda temporada podría ser incluso algo más complicada, justificando cosas que no lo son para nada. La Reina sale victoriosa de todo lo que le rodea, se justifica porque el Imperio fue «beneficioso», y cualquier cosa que amenace a la Comunidad es una mala cosa….algo con lo que muchos no van a estar para nada de acuerdo.

Por otro lado,  la segunda temporada de The Crown sigue tan de cerca en estilo y sustancia a la primera que es difícil imaginar cómo se verán las cosas cuando llegue la tercera temporaa. La próxima vez que The Crown regrese estaremos una década en el futuro, con Olivia Colman como la  nueva Reina Isabel y un nuevo Philip a su lado. Pero por ahora todavía falta para eso y por suerte, Claire Foy y Matt Smith gobiernan, y The Crown continúa con su supremacía.

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